
El escándalo causado por las llamadas a revisión masivas de los sistemas de airbag suministrados por la japonesa Takata (24 millones de coches afectados en todo el mundo) ya se ha cobrado su primera víctima. En efecto, el presidente de Takata y responsable de operaciones, el suizo Stefan Stocker ha presentado su dimisión, que le ha sido aceptada por el hijo del fundador de la compañía, Sigheisa Takada, consejero delegado de la misma. Stocker, procedente de Bosch, fue un fichaje “estrella” de Takata, que ahora debe asumir una crisis que le ha costado a la empresa 400 millones de dólares (330 millones de euros) con otros 200 más previstos (aunque las estimaciones no oficiales suben mucho más estas cifras). Nombrado primer presidente no japonés de la firma en junio de 2013 (ingresó en ella en el primer trimestre de aquel año), en realidad no se considera a Stocker el máximo responsable de esta crisis (de hecho seguirá en la junta directiva de Takata), por lo que se espera que caigan más cabezas, incluida quizá la de Takada. Por de pronto, y como consecuencia de esta crisis, la junta directiva se ha rebajado el sueldo un 20% (un 30% en el caso de Stocker) y el nuevo presidente que se nombre ahora cobrará la mitad de lo que cobraba Stocker (al menos hasta la segunda mitad de 2015). Hay que tener en cuenta que Takata mantiene un contencioso con la NHTSA norteamericana que si lo pierde ante los tribunales le podría costar hasta 7.000 dólares (unos 5.900 euros) por cada coche afectado por el fallo de sus airbags en EE.UU. (y allí son 17 millones…).