Prueba: Jaguar XE 2.0d 180 RWD Prestige

24 mayo, 2017
C. ENRIQUEZ DE SALAMANCA

Ligero, lujoso e innovador

A FAVOR EN CONTRA
Diseño atractivo y elegante Anchura plazas traseras
Abundante empleo de aluminio Maletero pequeño
Confort y placer de conducción Rumorosidad del motor
Caja de cambios
Equipamiento/precio

Es complicado que una marca no alemana pueda competir de tú a tú en el segmento de las berlinas medias premium. Jaguar no es la primera que lo intenta, pero la marca británica lo hace apostando por una personalidad única, una tecnología avanzada y un buen chasis en el que el aluminio cobra especial protagonismo, lo que le ha llevado a obtener el premio de Motor Mundial “Coche de Vanguardia del Año 2016”.

Con los Audi A4, BMW Serie 3 y Mercedes Clase C en el punto de mira, Jaguar puso en el mercado el XE, su berlina más accesible pero no por ello menos premium, como se dice ahora. Ya lo intentó la marca británica hace muchos años con el X-Type, que no dejaba de ser un Ford Mondeo de aquella época vestido de primera comunión y que, a pesar de los pesares, permitió a la marca del gato grande superar una situación complicada.

Por suerte, con el XE no se ha recurrido a disfraces, sino a toda la capacidad tecnológica y de innovación de Jaguar, que es mucha. El abrigo económico del grupo indio Tata ha permitido a Jaguar —y también a Land Rover— tener la suficiente independencia financiera como para desarrollar una serie de automóviles que demuestran la enorme capacidad de ingeniería de la industria británica del automóvil. Hay muchos ejemplos para demostrarlo, desde el XK hasta este XE, pasando por los XF, XJ y, por supuesto, los F-Type y F-Pace. Pero vamos a centrarnos en el modelo que nos ocupa en lugar de divagar.

Diseño diferente.- Aunque el tipo de carrocería —sedán de 4 puertas— puede inducir a pensar en un coche estéticamente algo aburrido, no hay más que ver el exterior del XE para percibir una berlina con una personalidad diferente. No se trata solo de la elegancia que se supone inherente a todo Jaguar, tampoco de las proporciones y el equilibrio de sus formas, sino de un perfil muy aerodinámico que se traduce en un Cx de 0,26, el mejor que jamás haya conseguido un coche de la marca británica.

Aunque se dice que para gustos los colores, el resultado es atractivo; sobre todo si quieres una berlina de línea convencional que se salga de lo corriente. Cierto que el XE no es ajeno a esa tendencia actual de todas las marcas de hacer berlinas con una línea que recuerda a un coupé —con las desventajas que eso supone en cuanto a habitabilidad—, pero no se le puede negar personalidad; al menos en el exterior. Un simple vistazo desde cualquier ángulo y ya se sabe que es un Jaguar.

El interior también es fiel reflejo del estilo de la marca británica, empezando por el mando circular del cambio automático y siguiendo por el cuidado aspecto de los materiales nobles que adornan el habitáculo. No obstante, al analizar en profundidad el ajuste fino, el remate final y el acabado al detalle se pueden observar algunas pequeñas lagunas. El diseño no llama nada la atención; entre clásico y minimalista, quizá por esa misma moda que lleva a prescindir de botones y sustituir mandos por las pantallas táctiles. Precisamente, el salpicadero del XE está presidido por una de esas pantallas desde la que se maneja el sistema de infoentretenimiento InControl Touch de Jaguar del que hablaremos más adelante.

Por otra parte, nada más sentarnos destaca sobremanera el confort con el que nos acoge, y el equipamiento de serie es razonablemente completo para el precio de partida, mientras que la lista de opciones disponible puede llegar a marearte por la inmensa cantidad de combinaciones disponibles.

El espacio detrás, su talón de Aquiles.- Ya hemos comentado que el diseño obliga a pagar algunos peajes. La caída de la línea del techo (tipo coupé) hace que altura disponible en las plazas posteriores no sea para tirar cohetes y, de hecho, un Audi A4 o un BMW Serie 3 ofrecen bastante más espacio para la cabeza de los pasajeros. En esta cota, el XE (88 cm) está en la línea del Mercedes Clase C: aceptable pero un poco escaso. Tampoco en anchura (1,43 m) sale bien parado detrás al compararlo con sus tres rivales alemanes, porque en esta medición le supera incluso el Mercedes. En cualquier caso, hay que reconocer que, aunque todas estas berlinas están homologadas para llevar a tres personas detrás, la forma del asiento y el túnel de transmisión hacen que solo dos adultos vayan realmente cómodos por lo que no vamos a notarlo si el espacio disponible se reparte entre dos personas, que es lo suyo. Ahora bien, si los pasajeros delanteros llevan el asiento en su posición más baja, el que va detrás tendrá problemas para llevar los pies en una posición cómoda.

Por lo que se refiere al maletero tampoco destaca el espacio; con 450 litros, el Jaguar XE tiene el maletero más pequeño de los cuatro. Seguramente, el diseño de la suspensión multibrazo obliga a este tipo de soluciones, pero lo que se pierde en capacidad de carga se gana en un comportamiento sensacional, como luego comentaremos. Un punto a favor del maletero es que los respaldos traseros pueden ser abatibles en formato 40:20:40 a cambio de 498 euros o de 2.328 si montamos el Premium Business Pack. Este último incluye otras opciones como sensor de lluvia y luces, cámara trasera, Jaguar Voice y sistema de navegación SD.

A los mandos.- Por fortuna, en los asientos delanteros el panorama cambia bastante, no tanto porque aumente milagrosamente el espacio sino porque el puesto de conducción resulta muy confortable y está muy bien resuelto. A pesar de ese minimalismo que antes comentaba, todos los mandos están al alcance de la mano y la visibilidad es, en general, correcta. Asiento y volante tienen múltiples y amplios reglajes para adaptarse a cada talla y/o preferencia. La tapicería de cuero, las molduras cromadas y los plásticos de color negro brillante se combinan bien y contribuyen a darle un aire premium.

Justo por detrás de la original ruleta que hace de selector de marchas encontramos unos pequeños botones con los que podemos anular el sistema stop&start, desconectar el ESP o elegir los cuatro modos de conducción: invierno, normal, eco y dynamic. La instrumentación se lee razonablemente bien, aunque personalmente me hubiera gustado que esta unidad llevara además el Head up Display, una opción que cuesta 1.322 euros. He tenido ocasión de conducir un XF con el HuD y en verdad se ve realmente bien.

En la consola central destaca la pantalla táctil de 8” que apenas se ve afectada por reflejos ni se quedan las huellas de los dedos con facilidad; además, permite acceder de forma rápida e intuitiva a un buen montón de funciones, así como a aplicaciones de dispositivos con sistema operativo iOS o Android. Otro punto a favor de este sistema de infoentretenimiento con pantalla táctil es que no aglutina todas las funciones habidas y por haber. Por ejemplo, la climatización se maneja con una serie de botones convencionales que hay justo por debajo de la pantalla de marras.

Capítulo aparte merecen todas las posibles aplicaciones y funciones que se agrupan dentro de la denominación “InControl”: desde programar el encendido de la climatización con el teléfono, hasta tener una zona wifi, pasando por distintos niveles de navegación o localizar el coche vía GPS en caso de robo. Todos ellos son opcionales y van agrupados en paquetes. Al menos, el Bluetooth es de serie.

La gran innovación: aluminio.- El chasis monocasco del XE está fabricado en su mayor parte de aluminio reciclado. En concreto, carrocería y chasis utilizan más de un 75 por ciento de este metal, lo que se traduce en un menor peso. Aunque al final resulta que este XE da en báscula unas cifras muy parecidas a las de sus rivales equivalentes de Audi, BMW y Mercedes. Si bien, la mayor diferencia se da con el 320d, que es unos 40 kilos más ligero. De todas maneras, no es la pelea por los números lo más importante, sino el resultado. Y aquí el XE sí que juega en la liga de los grandes.

Por una parte, hay que decir que el Jaguar cuenta con una dirección asistida eléctrica muy bien puesta a punto. El tacto y las sensaciones que transmite están muy logrados, amén de que la precisión me parece encomiable. Las suspensiones, por otra parte, son de lo más sofisticadas, sobre todo en el eje trasero. Delante encontramos unos triángulos superpuestos y, detrás, un eje multibrazo. El comportamiento dinámico es, en cualquier caso, realmente muy bueno. Me atrevería a decir que está situado entre la eficacia de un Serie 3 y la calidad de rodadura del Clase C. Lo bastante ágil en zona virada y más que aplomado en curva rápida.

Por si fuera poco, se puede escoger entre dos tipos de suspensión, normal o deportiva. Esta última va en el paquete Adaptive Dynamics (1.118 euros) e incluye amortiguación activa. Podría decir que, lamentablemente, nuestra unidad llevaba la normal, pero es justo y necesario reconocer que la suspensión de serie va bastante bien. Hace tiempo probé en circuito un XE 3.0 de gasolina con el Adaptive Dynamics y debo reconocer que el tacto es bastante más deportivo. Para un estilo de conducción más aburguesado, con la normal vamos bien servidos en cuanto a confort de bacheo y cualidades dinámicas. Absorbe bien los baches y aísla bien a los pasajeros —también desde el punto de vista sonoro— pero al mismo tiempo ofrece un buen tacto al conductor para que éste sienta que todo está bajo control.

El cambio automático, la dirección, la respuesta del motor y el color de la instrumentación varían a medida que jugamos con los cuatro modos de conducción. Si escogemos invierno o eco, se atenúa la respuesta del acelerador y el cambio va buscando en cuanto puede la marcha más larga, mientras que la dirección se nota un poco más suave. Al pasar al modo normal, todo funciona más o menos como te lo esperas en una berlina de este tamaño, mientras que al llegar a dynamic se nota que la dirección va un poco más dura, que el cambio de marchas apura más el cuentavueltas, que la respuesta del acelerador es más inmediata y que la instrumentación tiene ahora un fondo rojo.

Motor y cambio.- El conjunto motor y cambio también me han parecido muy buenos. No digo perfecto porque el motor diésel es algo hosco, ya que suena y vibra más de lo que nos gustaría (algunos de sus rivales, como el Mercedes C220 BlueTec 7G-Tronic o el Infiniti Q50 2.2d Aut. —que llevan el mismo conjunto motriz— también suenan y vibran). Y tampoco el sistema stop&start que montaba nuestra unidad de pruebas era todo lo refinado que cabe esperar, ya que al arrancar produce una molesta sacudida de la carrocería. Al menos, una vez que salimos a carretera y mantenemos un crucero de unos 120 km/h, el ruido y las vibraciones pasan a un segundo plano.

Pero lo que está claro es que la respuesta del motor es buena y el coche se mueve con solvencia. Hay quien le achaca un poco de pereza por debajo de las 1.800 rpm, pero yo no lo veo más que anecdótico. Quizá sea porque en cuanto nos movemos en la zona de medio régimen se nota un cambio considerable de carácter que, eso sí se acaba en cuanto pasamos de unas 3.200 vueltas. Lo mejor es que la franja realmente brillante del motor está casi siempre a nuestra disposición gracias a un cambio automático ZF de 8 marchas que es una delicia por suavidad y rapidez. Con tantas relaciones, rara vez podrás pillar al motor en un renuncio. Por otra parte, el funcionamiento del cambio ofrece dos modos, D y S, de manera que es posible ir en Eco con la caja en S (Sport) aunque parezca un contrasentido. Por cierto, si elegimos Dynamic y S para el cambio, así como el modo manual mediante las levas, podemos llegar al corte de inyección sin pasar a la siguiente relación.

Las prestaciones están dentro de lo esperable. Los 6,4 segundos para pasar de 80 a 120 km/h no son de récord olímpico pero no desentonan y los 30 segundos clavados para hacer los 1.000 metros, lo mismo. De todas maneras, a la inmensa mayoría las décimas arriba o abajo importan menos que el agrado de conducción. Y en una berlina premium eso es lo que cuenta y eso es lo que te da este Jaguar XE. Para redondear el panorama, los frenos tienen una resistencia al trabajo duro razonable pero, sobre todo, son capaces de parar al XE de forma segura, contundente y sin movimientos extraños.

Para terminar, el consumo medio que obtuve no ha sido tan bueno como cabría esperar. En parte, porque no tuve todo de cara para conseguirlo y además, el sistema stop&start estuvo caprichoso y en más de un semáforo pasaba de mí ampliamente. También debo puntualizar, para aquellos que se asustan con la diferencia entre nuestras cifras y las oficiales, que me niego a hacer consumos en modo “hiperecológico”; es decir, que no estoy dispuesto a apagar la climatización o a renunciar a todos los elementos de confort que hay a bordo buscando el último decilitro. Mi teoría es medir consumos en las condiciones más reales posibles para obtener una cifra orientativa pero que no debe tomarse al pie de la letra; vamos, como haría cualquier hijo de vecino. De todas maneras, 6,7 litros de media para un coche de 180 CV y más de 1,5 toneladas de peso, no está nada mal. En mejores condiciones tal vez hubiera bajado la media por debajo de 6,5 litros.

En resumen, el Jaguar XE es una berlina premium que ofrece un agrado de uso de alto nivel, un buen comportamiento dinámico de primera y un diseño diferente a lo habitual. Todo ello rematado con un precio bastante razonable (42.560 €) —salvo que te vuelvas loco con la lista de opciones— y, eso sí, con algunos matices mejorables. Si no te encuentras a gusto con las berlinas alemanas, siempre puedes entonar el “God Save The Queen”.

Versiones del modelo: 'Xe'

Galeria de fotos