Con pie de rey
A FAVOR | EN CONTRA |
Elasticidad del motor | Motor hosco en frío |
Consumo comedido | Maletero escaso |
Altura libre al suelo | Suspensión seca en pista |
Calidad de rodadura en asfalto | Visibilidad mejorable |
Una carrocería más elevada que en su hermano Infiniti Q30 y levemente más ancha por las protecciones de plástico de los pasos de rueda, tracción total y una buena altura libre al suelo. Con el QX30, Infiniti apuesta por la parte más aventurera sin renunciar al peculiar estilo de la marca. En resumen, el compacto premium más todocamino del mercado.
Dice Infiniti que el Infiniti QX30 es 30 mm más alto que el Infiniti Q30, 45 si consideramos la versión Sport. Según los respectivos dossieres de prensa, el Infiniti QX30 mide 1.515 mm de alto frente a los 1.495 —1.475 el Sport— del Infiniti Q30. Si la LOGSE no me ha afectado de rebote y mis matemáticas son buenas, a mí me salen 20 y 40 mm de diferencia en altura, respectivamente. Seguramente, se me escapa algún matiz en la información facilitada por la marca y de ahí mi error.
Prueba Infiniti QX30: Demasiado igual al Q30
Decía al comienzo que estamos ante el “compacto premium más todocamino del mercado”. No. No está mal escrito sino totalmente a conciencia. Sin ánimo de resultar ofensivo, el Infiniti QX30 no deja de ser un Q30 más alto, por lo que es un compacto por sus dimensiones, premium por marca, precio y diseño, y es el más todocamino por su arquitectura. El caso es que, sin dejar de medir las cosas con pie de rey, el Infiniti QX30 tiene una altura libre al suelo de 20,2 cm, que es más de lo que ofrecen un Audi Q3 (17), un BMW X1 (18,3) o un Mercedes GLA (16,5).
Además, su imagen aventurera también se refuerza con las protecciones de plástico de los pasos de rueda —detalle que aumenta la anchura del coche en 10 mm, 5 por cada lado—, así como las molduras en los estribos y unos parachoques ligeramente distintos a los del Q30. Todo el cóctel se completa con una gama sencilla y escueta: solo hay un motor diésel de 170 CV disponible, siempre con tracción total y cambio automático de doble embrague de siete marchas. La única posibilidad de elección es el acabado: Premium o Premium Tech. En definitiva, un lanzamiento que deja mucho que desear…
De todas esas modificaciones, la más importe por su influencia en el resultado final es, obviamente, la altura. Por un momento podrías pensar que, con la excusa de que el Infiniti QX30 pretende ser un coche para salir del asfalto, los ingenieros habrán aprovechado para darle más recorrido a la suspensión o adaptarla a un uso más campero. Porque si pones la carrocería más alta pero pretendes que tu coche se mueva casi siempre en asfalto, no te queda otra que endurecer la amortiguación y/o las estabilizadoras para contener balanceos y cabeceos.
Precisamente, esto último es lo que ha hecho Infiniti, consciente de que casi ningún cliente del QX30 va a abandonar el asfalto y, lo más atrevido que hará será subirse a la acera (¡hala, que vivan los deportes de riesgo!). Aunque eso mismo es lo que hacen prácticamente casi todas las marcas con los SUV, personalmente me parece una lástima desaprovechar la ocasión para hacer algo más campero, toda vez que el propio Infiniti Q30 (sin la “X”) ya tiene algo de espíritu aventurero.
Prueba Infiniti QX30: Y, sin embargo, te quiero
Por si no ha quedado claro, el Infiniti QX30 va más firme que el Q30 y el asunto no es cuestión de neumáticos ya que ambos calzan la misma medida con un perfil que hoy día puede considerarse “generoso” (235/50 R18). Lo bueno es que el confort de bacheo y la capacidad de absorción son más que correctos y esa mayor firmeza solo se nota con mayor claridad cuando peor está el asfalto (por ejemplo, en Madrid. ¡Qué viva la Carmena!) o al pasar por “guardias tumbados” o juntas de dilatación. También se percibe al salir a un carril que —por muy crossover que sea— el Infiniti QX30 no está en su salsa. Pero, si nos mantenemos por una buena carretera, se nota de inmediato que el coche balancea poco, que tiene un gran equilibrio entre estabilidad y comodidad y que sus reacciones son seguras, nobles y predecibles.
Cuando uno se anima —motor hay de sobra para ello—, se nota inmediatamente que el sistema de tracción total favorece al tren delantero con un leve subviraje al salir de curvas lentas. Después, entre que uno tiende a dosificar el gas y que se envía par al tren trasero, el QX30 sale con bastante precisión por su sitio. La dirección, por cierto, tiene un tacto tirando a blando pero hace que el coche vaya por su sitio sin titubeos.
Al conjunto, en resumen, le falta ese toque de confort que tiene el Infiniti Q30 pero basta con ir por zonas de buen asfalto y pocos baches para no percibir diferencia alguna. Si acaso —y porque a veces no resisto la tentación de cogérmela con papel de fumar—, que al ir en una posición más alta y con una suspensión más firme, el cuerpo se mueve más en los cambios de apoyo.
Prueba Infiniti QX30: ¿Nos conocemos?
Efectivamente, el motor diésel del Infiniti QX30 y la caja de cambios son de origen Mercedes, como consecuencia del acuerdo que la Alianza Nissan-Renault tiene con la marca alemana de la estrella. El 2.2d rinde en este caso 170 CV y destaca por una respuesta suave y contundente desde bajo hasta medio régimen, que es donde se va a mover el 99 por ciento del tiempo. La potencia máxima llega oficialmente a las 3.400 rpm y se mantiene hasta las 4.000 pero, en esa zona, el motor cumple sin más.
Así, la peor faceta de esta mecánica es que en frío y a ralentí tiene un tacto hosco y una sonoridad que no acaba de convencerme. Lo mejor es que ese problema desaparece en cuanto nos movemos a ritmo de crucero y, además, el consumo es bastante bueno, aunque no tanto como dice la marca.
Antes de entrar más en detalle con el tema del consumo, me gustaría destacar el refinamiento acústico del QX30. Este Infiniti dispone del sistema Active Noise Cancellation (cancelación activa del ruido), que emite ondas sonoras desde los altavoces de las puertas para contrarrestar el ruido del motor diésel. El invento no funciona nada mal pero con matices… personales, porque hay quien afirma que es una maravilla y hay quien dice que no sirve para nada. Yo, que tengo cierta pérdida auditiva en agudos, soy del segundo grupo pero es que el hecho de estar un poco “teniente” me ha vuelto bastante quisquilloso y, además, cada día estoy más convencido de que cada uno percibe la calidad acústica a su manera (si no, ya me dirás cómo puede haber alguien que le guste el rap). En resumen, recomiendo probar el coche y verificar la calidad de ruido a bordo, pero lo que no es discutible es que se ha ganado en refinamiento y agrado de conducción.
Volviendo al tema del consumo, los 4,9 de media que dice Infiniti son tan realistas como cualquier otro dato oficial que tenga que ver con el gasto de combustible: está perfectamente homologado (según ciclo NEDC, no con el nuevo WLTP) pero en uso real la cosa cambia. Por suerte, en este QX30 no cambia demasiado y los 6,2 de media que hemos obtenido son francamente razonables.
De hecho, creo que podrían haber sido incluso menos de haber tenido algo menos de tráfico en la prueba de carretera y autopista, ya que es fácil no alcanzar los 6 l/100 km a poco que el trayecto sea favorable y se pueda sacar partido de una séptima que es bastante utilizable porque, en contra de lo que se estila, no es extralarga.
Prueba Infiniti QX30: Matrimonio de conveniencia
Ya que hablamos del cambio, se trata de un doble embrague de 7 marchas también de origen Mercedes, aunque Infiniti conserva la palanca en el piso y no detrás del volante. Como el motor se luce sobre todo a bajo y medio régimen y el cambio es cómodo y rápido en modo automático —algo menos lo primero si haces las cosas a mano—, el resultado es una capacidad de recuperación brillante. La ventaja principal de este cambio de doble embrague frente a otros de la competencia está, a mi modo de ver, en que es bastante más suave y progresivo al hacer maniobras.
Por lo que se refiere al interior, aunque la marca japonesa ha puesto su granito de arena en el diseño, se ve en cada detalle la mano de Mercedes. Por ejemplo en el volante multifunción, en las palancas de luces y limpiaparabrisas, en buena parte de los botones de la consola y en la llave de contacto, que es idéntica a la de la marca alemana pero lleva el logo de Infiniti. Eso da una idea de la buena calidad del conjunto —ah, ¿creías que era una crítica?— y no en vano el acabado es realmente bueno, tanto por calidad percibida como por ajuste y el uso de materiales de buena factura y agradables al tacto.
Lo que ya no mola tanto es el tema del espacio interior y la visibilidad. Delante se va cómodo y holgado, pero la caída del pilar A o las formas del pilar C limitan la visibilidad hacia delante y hacia atrás, respectivamente. El diseño diferencial condiciona un puesto de conducción que está muy logrado por otra parte. Por cierto, la pantalla del sistema de “infodistraimiento” se puede manejar con la ruleta que hay entre los asientos pero, lamentablemente, también es táctil. Se ve que no me gusta distraerme al conducir.
Para los pasajeros de la segunda fila, más vale que no sean más de dos porque anchura no hay mucha. El espacio para las piernas y la altura disponibles son correctas, pero la gran cantidad de chapa y el poco cristal hacen que uno se sienta demasiado encajonado. Para terminar, el maletero se queda corto, porque los 430 litros que anuncia la marca dan poco juego al computar el espacio que hay bajo la trampilla (en realidad son unos 370 litros tirando por lo alto). Al menos, las formas son muy aprovechables.
En resumen, y como decíamos al comienzo, el Infiniti QX30 es un compacto con mucha personalidad. Si su diseño te entra por los ojos y el aspecto crossover te hace pensar en aventuras camperas de fin de semana, al final te darás cuenta de que también es bonito ver el campo… a cierta distancia y yendo de paseo por la carretera.
En cuanto al precio de venta, la marca tiene una campaña de descuento de algo más de 3.000 € que lo sitúa en 37.632 euros, aunque podemos incrementar la rebaja en hasta 3.773 € más si financiamos la compra.