¿Por qué necesitas poner un híbrido enchufable en tu vida?

7 enero, 2021
LUISMI VITORIA
Ventajas, desventajas y consejos de conducción

Los coches con sistemas de propulsión híbridos enchufables están de moda. Estos automóviles en los que se dispone, además de un motor de combustión, de otro eléctrico que, además de colaborar con el anterior para ofrecer la máxima respuesta al acelerador, puede, por unos kilómetros, moverlo con la energía contenida en una batería, se han convertido en una tendencia al alza.

Esto supone que, por un lado, empieza a costar dar con un fabricante que no tenga uno o varios modelos -se excluyen de los utilitarios y son muy comunes en SUV- que incorporen esta tecnología y que, por otro, la respuesta del mercado sea tan abrumadora que lleva a crecimientos cercanos al 300 por ciento las ventas, tal como ha ocurrido recientemente.

Para los fabricantes de automóviles disponer de modelos PHEV -por Plug-in Hybrid Electric Vehicle- es imprescindible para, por un lado, ser capaces de conseguir alcanzar los niveles de emisiones de CO2 que les exige la normativa a la vez que sustituyen las ventas de modelos más contaminantes con ellos; pero también para “educar” a los compradores de cara a un futuro próximo en el que la inmensa mayoría de los coches serán eléctricos: como éstos, la batería de estos híbridos también se puede cargar mediante la conexión a la red eléctrica, no sólo durante las fases en las que no estamos acelerando.

Los híbridos enchufables son, en este sentido, un paso intermedio en tanto que pueden considerarse un cruce entre un coche de combustión convencional y un eléctrico, que le permiten al comprador contar con enormes ventajas.

La primera, y por la que muchos se decantan por ellos, es que estos coches, cuando superan una autonomía con la batería superior a los 40 km -algo que en la práctica ya logran todos los PHEV del mercado-, tienen derecho a disponer de la etiqueta cero de la DGT. Eso supone numerosos beneficios en el día a día: acceso a las ciudades en periodos de alta contaminación, a las zonas de éstas de bajas emisiones, aparcamiento gratuito y sin límite de tiempo en zonas reguladas, uso de carriles Bus-VAO, etc. También, claro, incentivos fiscales, subvenciones a la compra…

Igualmente, dado que la complejidad tecnológica y potenciales reparaciones de este tipo de vehículos híbridos enchufables es menor que en un coche de combustión convencional, surgen ya tarifas de seguros en compañías especializadas en el mundo ecológico, que permiten también disponer de interesantes ventajas económicas.

Otra más está en la limpieza de emisiones o el placer de conducción que se alcanza cuando se usa con electricidad -sin ruidos, sin vibraciones-, algo que también puede convenir a nuestro bolsillo si se utiliza la posibilidad de recargas eléctricas y tanto más cuanto con más frecuencia se haga.

Hasta el punto de que puede conseguirse, si los recorridos encajan en la autonomía que alcanzan estos PHEV, usar exclusivamente esa energía que es considerablemente más barata que la proveniente de quemar combustibles: utilizando un enchufe doméstico el coste del kWh puede estar en torno a 0,24 euros, lo que en un coche medio que vienen a gastar 15 kWh/100 km apenas supone 3,6 euros. Con tarifas de 0,08 euros/kWh, 1,2 euros/100 km en energía. Así, la gasolina -hay muy pocos PHEV Diesel-, puede ser sólo necesaria para viajes largos, no los que habitualmente se hacen a diario.

Obviamente, esto conlleva la servidumbre de habituarse a cargar el vehículo lo que, por otro lado, puede no requerir invertir en un punto de carga específico en tanto que un enchufe de 2,3 kW -10 Ah, una intensidad absolutamente convencional- puede dar servicio suficiente para cualquier híbrido enchufable: en unas 7 horas se recargaría la inmensa mayoría de coches con baterías mediamente de 5 kWh de capacidad.

Sin embargo, y en este sentido, la ventaja de un PHEV respecto a un eléctrico está en que, si no podemos recurrir a esa carga, siempre podemos seguir utilizando el motor de combustión y movernos con total normalidad. Incluso en algunos modelos, es posible forzar a éste para que produzca electricidad con la que llenar la batería: no es el modo más eficiente de conseguir esa energía, pero sí puede convenir para acceder, más tarde, a zonas de bajas emisiones si hemos agotado la batería o no hemos podido reponer su electricidad enchufándolo.

Pese a su complejidad mecánica -al fin y al cabo es como disponer de dos coches en uno- para el conductor no conlleva engorros durante el uso, pues se manejan como si fueran coches con cambios automáticos, sin más; por mucho que sí dispongan de funciones o modos que les permitan adaptarse a diferentes situaciones y ser eficientes que siempre conviene conocer. En cuanto al mantenimiento, el de la parte eléctrica es irrelevante.

No queremos olvidar los hándicaps que suponen también estos tipos de vehículos. El más evidente bien puede ser el precio -sobre todo por lo que cuestan las baterías-, que se eleva respecto a versiones exclusivamente con los mismos motores térmicos de forma sensible; o el del incremento de gasto de combustible si rehuimos el uso de la recarga eléctrica, éste también como consecuencia directa del sensible incremento de peso que supone contar con dos motores y los sistemas imprescindibles para su funcionamiento.
Otro siempre a tener en cuenta es que la incorporación de un sistema eléctrico puede mermar algunas capacidades funcionales de un modelo, como la del maletero o número de plazas respecto a las versiones exclusivamente de combustión.

No hay que olvidar que para este tipo de vehículos híbridos enchufables a nivel gubernamental se ofrecen actualmente incentivos a la compra que serán renovados con diversos parámetros en los tiempos venideros más inmediatos. Actualmente el Plan MOVES II se refiere a los híbridos enchufables por su precio (inferior a los 45.000 € antes de impuestos), con importantes incentivos económicos a su matriculación vía Renove o similar.