Nos dejó Virgilio Hernández Rivadulla

21 abril, 2019
LUIS PORRO PERIS
Falleció el pasado 6 de abril

Virgilio Hernández Rivadulla nos ha dejado solos, se ha ido uno de los grandes de la historia de la prensa del motor, pero por encima de todo se ha ido un héroe de la vida, con casi 98 años y prácticamente hasta ayer al pie del cañón.

Estos días se habla y se escribe sobre su rica trayectoria profesional de la que sabemos fue casi tan larga como su vida. Entre otras muchas cosas trabajó como periodista de información deportiva y de motor en el diario Marca, presentador en la Televisión Española de los primeros tiempos, colaborador destacado en programas de radio como “Caravana de Amigos” de Radio Nacional, director de diferentes revistas, entre ellas Motociclismo (creada también por el fundador de Motor Mundial, D. Gerardo Romero-Requejo Fernán), y logró multitud de éxitos en un montón de cosas más. Con todo, se ganó el respeto de la profesión periodística, del mundo del motor y del deporte, consiguiendo de paso importantes premios y galardones.

Gran deportista, entre sus logros, la travesía en piragua de España a Italia en 1950, con la dificultad añadida de que los italianos le pusieron muy difícil las últimas millas, al tratarse de una embarcación que procedía de un país objeto de bloqueo internacional. Noticia importante para el mundo del motor fue su primera vuelta a España en Vespa (lo hizo en dos ocasiones). 5.000 kilómetros sin más paradas que las estrictamente necesarias para repostar, junto a su compañero en tal proeza Ramón Valentí, y de Carlos del Val en la segunda vuelta, a los cuales se ataba para poder dormir y no caerse (y viceversa), en los relevos del pilotaje. En esta línea, y como acto promocional, recorrió con un Seat 124 todas las capitales de provincia de España en 124 horas en el lanzamiento del modelo en 1968, también junto a Del Val.

Virgilio Hernández Rivadulla (izda.), Gerardo Romero-Requejo Fernán y Carlos Del Val (dcha.) con Seat 124

Pero el admirado profesional y deportista era mucho más, pues a estas cualidades se unía una categoría humana de la que hizo gala en innumerables ocasiones. Virgilio se forjó desde muy joven, primero en el volcán en erupción que era España a finales de los años treinta del siglo pasado, viviendo desde dentro la Guerra Civil Española y después, metiéndose de lleno en el infierno de la Segunda Guerra Mundial con la División Azul, eso sí, como él decía, siempre en el bando perdedor.

Hace poco terminó de escribir sus memorias que han sido recopiladas por su hijo Iván y que si todo va bien pronto veremos publicadas. Será una lectura apasionante para conocer o rememorar anécdotas propias de su actividad profesional y descubrir al aventurero, al valiente, al caballero del que hablan los que mejor le conocieron. Por ellas podremos saber cómo, hace unos diez años durante la presentación de un modelo de coche, tuvo un episodio de visión doble que le obligó a pasar por las urgencias del hospital más próximo. Tras las correspondientes pruebas, el médico le dijo «¡oiga, tiene usted un trozo de metal en la cabeza!» y aquello a Virgilio le tranquilizó mucho, hizo memoria y enseguida calló en la cuenta de que durante la Guerra Civil, mientras servía en una batería antiaérea en la azotea de la fábrica de Roca, dedicada en aquellos momentos a producir material militar, fue herido en la cabeza en el curso de un ataque aéreo y claro, según sus palabras “si ese hierro había estado ahí 70 años, seguro que no pasaba nada por tenerlo unos cuantos más”.

Años después, siendo alto cargo del deporte universitario, durante un viaje oficial coincidió en el asiento de atrás del coche en el que viajaba con otro alto cargo que también había estado en la guerra. Era uno de los pilotos que tenían como objetivo la fabrica que defendía Virgilio. Tras recordar aquellos tiempos, continuaron viaje tan amigos.

Su vida está salpicada de hechos heroicos que en unas ocasiones le valieron las máximas condecoraciones y en otras, aun siendo magníficos, únicamente quedaron guardados en la memoria de los allí presentes. Un ejemplo, durante uno de los combates en los que participó cerca de la ciudad rusa de Novgorod, en el transcurso de una retirada y cuando ya todos se habían marchado, echó en falta a un amigo que había sido herido. Bajo el intenso fuego enemigo volvió a por su compañero, se lo echó al hombro y consiguió salvarlo y, de paso, a otro que encontró por el camino.

Sí, Virgilio que tantas veces esquivó a la Parca, esta vez se ha ido, nos ha dejado, pero su memoria quedará para siempre viva, en los libros escritos que hablan de él y en los libros que aun están por escribir. Pero por encima de todo, su recuerdo quedará para siempre en nuestros corazones.

Grande, grande, grande. En todo. Hasta siempre Virgilio.

D.E.P. Virgilio Hernández Rivadulla (28 de abril de 1921-6 de abril de 2019).