NISSAN QASHQAI 2.0 DCI 4X4 FRENTE A NISSAN QASHQAI 2.0 4X2

4 octubre, 2007

Diseñado y construido en Inglaterra, basándose en la plataforma del Note, el Qashqai es bastante menos exótico de lo que pretende, y desde luego, más europeo que nipón, tanto por factura como por concepto. Ante todo se presenta como un «crossover», o sea un híbrido de distintas categorías de coche, residiendo su mayor encanto en esa mezcla de caracteres; compacto con aspecto de todo terreno, SUV con rasgos de monovolumen, etc… Un estilo distinto.— Al límite del segmento compacto, con 4,31 m de largo, 1,78 de ancho y 1,61 de alto, partiendo de una batalla de 2,63 m (3 cm más que el Note), su aspecto recuerda bastante al de un Murano en pequeño.

Desde luego parece un típico SUV a la americana, con un diseño ciertamente agraciado, alto pero sin pasarse (y eso que tiene 20 cm de altura libre al suelo), de cintura alta, aspecto deportivo y un lateral con la tercera ventanilla triangular invertida, que le da atrás un aire más dinámico. Nissan ha buscado un diseño atlético, con una marcada curva de techo y una silueta elegante, menos maciza de la de un SUV típico, con parabrisas muy tendidos (pero cuyos pilares estorban algo la visibilidad lateral) y unos amplios pasos de rueda para reforzar su impresión de robustez, plasmada en un rotundo e imponente frontal. Por detrás, tiene un portón más bien pequeño (y que abre poco, quedando demasiado bajo) cuya luneta peca de pequeña, afectando también a la visibilidad posterior. Eso sí, el umbral de carga es bastante bajo respecto a la carrocería, aunque luego al suelo no lo sea tanto.

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Habitabilidad correcta.— Por dentro, el salpicadero es de un diseño limpio y correcto, con buen acceso a los mandos principales, un volante multifunción regulable en altura y profundidad, y un cuadro clásico de dos relojes principales de fácil lectura.

La guantera de una capacidad digna y un apoyacodos con dar 175 CV en algunas versiones), que aquí demuestra una capacidad dinámica más que sobrada para su peso y aerodinámica. Con 150 CV a 4.000 rpm y 32,7 mkg a 2.000, este motor anuncia en el Qashqai 4×4 190 km/h de velocidad punta y 10,9 segundos en el 0-100 km/h, que en nuestra unidad han sido mejorados (194 km/h y 9,9 segundos, respectivamente).

Es un motor muy brillante y suave, no muy ruidoso y cuyo único pero es el tener que tirar de unos desarrollos algo largos, especialmente en 6ª. Pese a ello ha podido bien con una carrocería no tan ligera (1.600 kg) que mueve con tremenda agilidad en 4ª y 5ª, y ya menos en 6ª, concebida como marcha de descanso.

En autovía y autopista, así como en carreteras de trazado fácil mantiene cruceros de hasta 140/150 km sin problema, circulando a 120/130 como si fuera un juego de niños. El cambio nos ha parecido preciso, aunque algo duro, pero de todos modos va sobrado de motor. Los cruceros legales no presentan problema alguno y el motor sube de vueltas hasta las 4.500 rpm sin rechistar, portaobjetos completan un panorama donde se echa de menos más huecos útiles.

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El espacio para las plazas delanteras es amplio y detrás la anchura interior permite alojar dos plazas cómodamente en la segunda fila y tres ya con agobios. El espacio para piernas destaca por su generosidad, gracias a la alta posición de la banqueta (se va sentado muy recto y alto). El maletero anuncia 410 litros de capacidad oficial (y nuestra medición casi los «clava», con una propina de otros diez), lo que no está mal en comparación con la mayoría de los turismos compactos de su tamaño, pero se queda algo corto si lo comparamos con el de los SUV de 4,3 m de largo.

Bajo su plano va la rueda de repuesto (de emergencia). En todo caso, y teniendo en cuenta que su eje posterior multibrazo debe dejar sitio suficiente para un árbol de transmisión y sus palieres (en las versiones 4×4), no se puede considerar pequeño.

Prestaciones muy notables, en especial el 2.0 dCi.— En cuanto al motor, la versión 2.0 dCi con cambio manual de 6 marchas resulta bastante potente para las supuestas pretensiones utilitarias del Qashqai, incluso en tracción 4×4, como era el caso de la unidad probada. Porque pese a que la propia Nissan le considere como una versión corregida y ampliada del Note con un plus «todo camino» pero no necesariamente pensado para tracción total, para este motor (y su empuje) nos parece más indicada la tracción 4×4 (al fin y al cabo sólo se ofrece con este motor y con el dos litros gasolina), aunque sea la All Mode 4×4 de Nissan, de re-parto automático del tipo 90% delantera y 10% trasera, que varía cuando el eje delantero pierde adherencia, mandando el par atrás (pero también dispone de una posición «lock» de reparto fijo —57% delante, 43% detrás— para uso realmente «off road»).

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Junto a la tracción total, tiene la ayuda del ESP y el control de tracción para que llegue eficazmente a las ruedas el par del motor 2.0 dCi de 150 CV (el turbodiesel de origen Renault de inyección directa «common rail» y culata de 16 válvulas, que llega a aunque lo mejor de sí lo da entre 1.800 y 3.500 rpm. Quizá el único pero sea una rumorosidad algo elevada a partir de las 3.000 rpm, algo perfectamente perdonable.

Frente a él, su hermano de gasolina (que para acentuar más su igualdad era esta vez del mismo color y acabado) con tracción delantera se defiende muy bien, pero no llega a su mismo nivel de prestaciones. El motor 2.0 16V de 140 CV e iguales cotas y cilindrada (en realidad tiene una décima de mm más de carrera de pistón, 90,1 mm frente a 90 mm en el 2.0 dCi, responsable de esos 3 cc más) es una mecánica brillante y silenciosa, que empuja bien a bajo régimen y se estira sin problemas hasta las 6.000 rpm. Pero sus 20 mkg de par suponen más de una docena menos que los de su hermano diesel (en teoría, porque en la práctica deben ser más) y los cronos le relegan claramente al segundo lugar, pese a las menores pérdidas motrices de su tracción simple. Así, mientras Nissan anuncia para este Qashqai 2.0 140 CV 192 km/h y 10,1 segundos en el 0-100 km/h, mejores registros oficiales que los de su hermano 2.0 dCi, en la práctica es todo lo contrario: su velocidad máxima (pese a ser un coche bien rodado, con más de 17.000 km) no ha pasado de 186 km/h (8 menos que el dCi), mientras que la aceleración 0-100 km/h se quedó en 10,7 segundos (32,5 segundos en el km desde parado, cuando el 2.0 dCi bajó de los 31…). Eso no quiere decir que no tenga una excelente respuesta dinámica, siendo capaz de llanear en 6ª con total desahogo a cruceros de 130/140 km/h, y subir a 160 con un sorprendente bajo nivel sonoro.

Pero le falta la «patada» a medio régimen del dCi, aunque tampoco es necesaria en su nivel de prestaciones, que cumple más que con creces. Basta con estirar un poco las marchas para gozar de un empuje que le acerca al de su hermano de gasóleo.

Y además, gasta bastante poco para ser un 2.0 de gasolina montado en una carrocería SUV. Porque aunque supere los consumos oficiales, tampoco se va mucho más allá. El mínimo en carretera a 90/100 km/h baja de 7 lit/100 km (6,7) mientras que en el crucero normal de autovía (120/130) hace 7,4 a base de rodar en 6ª. Si se le pisa más subirá entre los 8 y 9, para rozar los 10 en conducción abiertamente deportiva, lo que no es tanto para un SUV de su peso. En ciudad es donde más consume, con casi 11 a poco que haya tráfico (y 12 si con el climatizador muy fresco).

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En cuanto al Qashqai 2.0 dCi 4×4, su consumo no es tan bajo como la marca indica y como podríamos esperar de un moderno turbodiesel como éste, pero es que la potencia exige energía sea con el combustible que sea. De todos modos está en la media de lo que se espera para un turbodiesel de su tamaño. Nissan sólo da con este motor el promedio combinado oficial (6,9 litros/100 km), y la verdad es que hay que calcular en condiciones normales un promedio de 8, con un mínimo de 6,4 a 90/100 km/h, un medio de 7,3 a 120/130, y un máximo de 9 (en carretera/autovía, por encima de los límites legales), que es todavía superado ligeramente en ciudad (9,2). Cifras aceptables para un 2.0 dCi de su peso y altura, y con tracción 4×4, aunque quizá un poquito altas para montar caja manual de 6 marchas.

Comportamiento fácil y seguro.— El capítulo del comportamiento es quizá el más homogéneo de todos, aunque al límite sus potentes motores de 2 litros (en especial el diesel) le pueden llegar a poner en algún aprieto, especialmente por ese difícil compromiso entre las suspensiones de un SUV y las de un turismo. Pero la bondad esencial de las mismas, independientes en ambos ejes por un clásico tren Mac Pherson delantero, y un elaborado eje multibrazo detrás, le confieren un gran aplomo y un buen agarre. Con neumáticos Bridgestone Dueler de medida 215/65 R16 sus reacciones son muy nobles y sobre todo muy progresivas, aunque al límite resulte un poco blando, y entre el balanceo y el subviraje delantero el ESP acabe entrando para recuperar un poco más la trayectoria.

Esto referido a los cambios de apoyo extremos, que son bastante ágiles en un coche como éste, teniendo en cuenta su altura. Es desde luego mucho más suave que un SUV normal, y aunque al límite no llega a la bondad de reacciones de un compacto de buen agarre, como un Ford Focus o un Seat León, se aproxima mucho a ellos, recordándonos más el comportamiento de un turismo normal que el de un todo camino. El Qashqai 4×2 resulta un poco más subvirador, pero no mucho, y en el agarre al límite el 4×4 aunque mejora más las cosas, su zaga puede resultar un poquito nerviosa (en especial sobre mojado) aunque permita un paso más rápido en curva.

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Otra cosa es fuera del asfalto, donde, pese a que Nissan insista en decir que el Qashqai no tiene porqué ser un todo terreno, el 2.0 dCi 4×4 se ha portado como si lo fuera, con una capacidad de tracción formidable (con el bloqueo en 4×4) en terreno abrupto. Y el 4×2 tampoco se queda muy atrás, aunque lógicamente no pueda enfrentarse a los mismos desniveles.

Pero con su altura al suelo y recortados voladizos (sobre todo detrás), estos coches andan en tierra pero que muy bien. En especial el 2.0 dCi 4×4, con neumáticos adecuados, no tiene nada que envidiar a otros muchos SUV que sí se presentan como todo terrenos y no como modes-tos «todo camino». Y el 4×2 con las cubiertas Dueler, se desenvuelve muy bien por pistas forestales y caminos de tierra, incluso algo complicados. Mientras el terreno no esté demasiado roto o embarrado, el Qashqai 4×2 pasa sin queja, aunque sea en 1ª. En realidad, puede cubrir perfectamente el 80% de las necesidades «off road» de cualquier usuario, aunque sin olvidar que hay un 20%, —el que exige de verdad la tracción 4×4— al que no llega.

Pero para los que lo van a rodar sobre asfalto, este Qashqai es toda una revelación, porque reacciona como un turismo en el 99% de las situaciones. Sobre buen piso y trazado fácil, nada que objetar, salvo una sensibilidad al viento lateral mayor de lo habitual. Y conforme la carretera se retuerce, simplemente hay que anticipar un poco más la trazada. En terreno muy virado, a la dirección eléctrica se le acumula el trabajo y entre la altura al suelo y la inclinación, puede llegar a perder contacto con alguna rueda, haciendo trabajar tanto al ESP como al TCS. Pero la amortiguación es muy eficaz, sin pecar de floja, y con su altura al suelo no se le puede pedir más. En suma, un buen agarre, como corresponde al carácter del coche.

Los frenos son de disco a las 4 ruedas, con casi 30 cm de diámetro los delanteros ventilados, frenando bien aunque no nos ha gustado mucho el tacto del pedal. Pero frena mucho a fondo y aguanta muy bien el trato duro, con unas distancias de detención verdaderamente récord (¡menos de 60 m a 120 km/h en un SUV de más de tonelada y media de peso!) y la dirección cuenta con una asistencia eléctrica muy perfeccionada, aunque en la versión de gasolina a veces ofrecía un tacto algo menos preciso (en giros muy rápidos a veces se enteraba «tarde» de las correcciones). Claro que sólo en situaciones límite; en las demás no se aprecia el tipo de asistencia.

Precio interesante.— Con el motor 2.0 dCi de 150 CV, caja de 6 marchas y en acabado Acenta (el intermedio entre el básico Visia y el lujoso Tekna) este Qashqai 4×4 se pone en 26.380 euros (4,4 millones de pesetas), un precio algo alto aunque que no resulta tan caro para su apariencia y equipamiento. Si nos conformamos con el auténtico espíritu «todo camino» del Qashqai 4×2 con motor 2.0 de gasolina, el precio baja a 20.480 euros (un millón de pesetas menos), una diferencia muy considerable, al fin y al cabo se trata de un SUV «light» de tracción delantera… (su principal rival en 4×2, el Dodge Caliber, todavía es algo más barato). Pero de serie trae, además del obligado ABS+EBD, el asistente a la frenada de emergencia y HFC (Hydraulic Fade Compensation), un dispositivo para mejorar su resistencia al trato duro. Y junto a ello, el control dinámico de estabilidad (ESP) junto a un doble control de tracción (ASR y TCS).

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Además, todos los Qashqai montan de serie 6 airbags (delanteros, laterales y de cortina), radio CD con lector MP3 y conexión Bluetooth con mandos al volante (multifunción y ajustable en altura y profundidad), ordenador de a bordo, aire acondicionado (por climatizador automático dual en el nivel Acenta, que además también trae de serie el encendido automático de faros y limpiaparabrisas, llantas de aleación, faros antiniebla, sensores de aparcamiento, «cruise control», etc… En resumen, el Nissan Qashqai es un SUV medio práctico y elegante, un todo camino de tracción total o delantera apto para todo (o casi todo), no mucho mayor que un compacto actual, cómodo y bien equipado, y bastante brillante en ambas versiones con sus respectivos motores de 2 litros (aunque más con el 2.0 dCi).

Por menos de 21.000 euros en un caso, y de 27.000 en otro (si consideramos imprescindible la tracción 4×4 con el motor 2.0 dCi), supone una inteligente alternativa a tanto SUV aparatoso de campanillas, que, a la hora de la verdad, no ofrece mucho más que él.