Enmarcado dentro de su nuevo plan de transformación, Nissan anunció a finales del pasado mes de mayo la necesidad de optimizar su capacidad de producción, en la que incluye el cierre de su fábrica de Barcelona como parte de su estrategia de abandonar el mercado europeo, buscando la estabilidad financiera y la rentabilidad a finales del año fiscal 2023.
El que Nissan cierre su fábrica de Barcelona el próximo mes de diciembre junto con sus dos satélites de Montcada i Reixac y Sant Andreu y el consiguiente despido de los 3.000 empleados de la factoría, obedece a su falta de viabilidad económica (la fábrica estaba trabajando al 23% de su capacidad), según el estudio realizado por la empresa japonesa, en palabras de Gianluca de Ficchy presidente de Nissan Europa.
Mejor suerte van a correr las fábricas de Ávila y Corrales de la Buelna (Cantabria), ya que ambas seguirán fabricando piezas y componentes como hasta ahora para la fábrica de Sunderland (Inglaterra) y la de Ávila también para Renault, aunque en menor medida. Ninguna de las dos fábricas tienen relación con Nissan Barcelona y la compañía japonesa prevé inversiones para la de Cantabria de más de 40 millones de euros, garantizando una ocupación de la factoría del 75%. Y en cuanto a los coches Nissan, la marca seguirá comercializándolos en Europa sus Qashqai, Juke, Leaf, X-Trail y Micra, a los que se unirá a final de año el Ariya, un nuevo coupé SUV 100% eléctrico.
Por otra parte, Nissan espera que el acuerdo del Brexit entre Reino Unido y la Unión Europea, de la que acaba de salirse, la satisfaga plenamente, pues de lo contrario podría hacer inviable su planta inglesa de Sunderland. Una situación que inexorablemente la llevaría a su cierre, lo que quizá podría volver a dar opción a la reapertura de la planta de Barcelona, ya que Nissan en ningún momento, al menos que hasta ahora se conozca, haya comentado nada de su posible venta a otro fabricante.