Si hay algo que se le pudo achacar al Mini en su lanzamiento allá por 2001 era la escasa funcionabilidad de las plazas traseras y su maletero mínimo de 150 litros, que limitaba el transporte de personas y objetos. No es que fuera un hecho determinante para su compra eminentemente emocional, un Mini siempre será un Mini, pero sí se echaba en falta algo más de espacio interior en sus 3,63 m de longitud. Con la llegada de la generación actual (hace un año) sobre la misma plataforma y batalla, apenas se ganó en habitabilidad y maletero (10 litros más), con lo que el inconveniente tampoco se mejoró. Así pues los responsables de la marca decidieron rescatar una de las variantes del Mini convencional de los años 60, comercializada bajo tres modelos, el Morris Mini-Traveller, el Austin Mini-Countryman y el Mini Clubman Estate. Dotadas de una estética peculiar con la zaga alargada, pero eminentemente práctica para transportar objetos voluminosos, dieron una nueva funcionalidad al popular modelo.
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Para ello el nuevo Mini Clubman recupera la estética original de esta carrocería «estirada» creciendo 24 cm (mide ya casi 3,95 m), a base de alargar su batalla (8 cm) hasta los 2,55 m, y la zaga (16 cm). Esta última, como hiciera su antecesor, cuenta con dos puertas traseras que abren enfrentadas («Splitdoor») en lugar del habitual portón de maletero, aunque pierden las bisagras y los marcos de madera de la versión de los 70. Además y como novedad, el modelo añade una portezuela trasera en el lado derecho («Clubdoor»), con la particularidad de que abre en sentido de la marcha para facilitar el acceso a las plazas traseras. La apertura de la portezuela, que integra el pilar central y el cinturón de seguridad delantero, se realiza por medio de un tirador situado en su interior abriendo primero la puerta del acompañante, y pudiendo como en la carrocería de 3 puertas, deslizar el asiento delantero.
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En el interior, la batalla extra permite ganar 8 cm más de espacio para piernas en las plazas traseras, con lo que ahora viajan sin apreturas cuatro adultos, pudiendo homologarse una plaza más en opción, agregando un cinturón y un reposacabezas central. Además la zaga extendida mejora la capacidad del maletero hasta los 260 litros (930 litros si abatimos los respaldos traseros), ya aceptables para un coche de casi 4 m. En cuanto a motores se configura con los más potentes en gasolina (Cooper y Cooper S de 120 y 175 CV), mientras que el diesel 1.6 de 110 CV sólo lo hace con el acabado Cooper D. Como sucede en las versiones para 2008, toda la gama Mini se beneficia de la tecnología de reducción de consumos y emisiones, con alternador desacoplable en aceleración, indicador de cambio de marcha óptimo y la función Auto-Start-Stop que para el motor al detener el vehículo y poner punto muerto, arrancándolo de nuevo al pisar el embrague (estos dos últimos sólo con cambio manual). Todas las versiones pesan 75 kg más de media, elevando los consumos medios 0,1 litros en los gasolina y 0,2 litros en el diesel.
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Nuestro primer acercamiento al modelo se hizo con la variante más poderosa Cooper S, dotada de un motor 1.6 sobrealimentado con 24,5 mkg de par máximo, y que cuenta con función overboost que alcanza los 26,5 mkg. Calzado con las llantas de serie de 16 pulgadas y un cómodo tarado de suspensiones, esta acertada combinación junto con el incremento en la batalla del modelo le hacen ganar en progresividad en caso de pérdida de adherencia, y le dotan de mayor confort en firme irregular.
El comportamiento y las aceleraciones siguen siendo espectaculares, aunque hay disponible una suspensión deportiva más eficaz en conducción ágil y que además evita el cabeceo en aceleraciones y frenadas bruscas. BMW estima en algo más del 20% los potenciales compradores de las variantes Mini Clubman, cuyo precio está en 2.150 euros por encima de las versiones Cooper, Cooper D y Cooper S tradicionales, alcanzando los 21.500, 22.900 y 26.550 euros respectivamente.