El coche que conducirán nuestros nietos
Todo un ejercicio de anticipación del automovilismo del mañana, el Vision G-Code Concept incorpora una serie de aspectos totalmente novedosos que nada tienen que ver con lo que actualmente rueda por nuestras calles.
Por fuera parece incluso menos radical de lo que es, con un frontal que nos recuerda un poco el Vision Gran Turismo (otro “concept” de la marca) y una zaga que parece inspirarse en la de los nuevos Clase S Coupé, con su línea horizontal que concentra los grupos ópticos traseros. Es un prototipo de estilo SUV (SUC, lo llama la marca, como Sport Utility Coupé) pero bastante compacto, con sólo 4,10 m de largo por una gran anchura (1,90 m) y una altura media (1,5 m), algo alta para un coche coupé y algo baja para un SUV. Su diseño es muy futurista, y también muy limpio a la vez, con toda la cúpula acristalada del habitáculo en un estilo muy aeronaútico (hasta el volante es como el de algunos aviones, en forma de mariposa). Mercedes dice que es un “concept” hecho en Asia y para Asia (mejor sería decir de China para China), porque es fruto del centro de desarrollo de ingeniería de Pekín, pero la realidad es que ha estado estrechamente teledirigido desde el centro de I+D de la marca de la estrella en Sindelfingen.

Todo en él respira un estilo “crossover”; dice ser un coupé, pero tiene 4 puertas (las pequeñas bastante más pequeñas que las delanteras) de apertura enfrentada, sin pilar central, lo que asegura el mejor acceso. Su frontal presenta unos faros muy rasgados de diodos (otro rasgo “oriental”, según Mercedes) y su compacto tamaño tiene en cuenta la saturación del tráfico y el espacio en ciudades como Pekín.
No hay datos de su plataforma y batalla (a simple vista debe estar en torno a los 2,6 m, dados sus cortos voladizos, y el detalle más original, a nivel estético, es su parrilla con iluminación interior en colores, que se ilumina según el modo de conducción (es un híbrido) desde el tenue azul suave en parado, al azul en movimiento dinámico (en marcha) y al púrpura en modo mixto, mientras que cuando se le pide el máximo la parrilla luce en un rojo brillante.
Porque su cambio automático y su tracción total ofrece tres modos de funcionamiento (todos “cero emisiones”): el Hybrid eDrive, completamente eléctrico, que es cuando la parrilla se enciende en azul y mediante su composición de diminutas estrellas digitales, simula un movimiento de los bordes hacia el centro (algo así, según Mercedes, como la apertura de un túnel frente a la marcha). El siguiente modo es el Hybrid eco, en el que la luz cambia a púrpura manteniéndose el movimiento del túnel imaginario. Y el tercer modo, el de máximas prestaciones, es el Hybrid Sport, en el que el color de la parrilla pasa a rojo y cambia la dirección de las estrellas hacia el exterior, en un flujo que según Mercedes indica “el transporte de energía imaginaria hacia el exterior».

Pero hay algo más que “gadgets” de colorines en este “concept”, ya que su apuesta motriz es decididamente futurista. Su motor térmico no utiliza ningún derivado del petróleo como carburante, sino directamente hidrógeno. Y no es un motor “fuel cell” (o sea eléctrico, alimentado por la reacción oxihídrica) sino de combustión interna (suponemos que de cilindros alternativos, pero Mercedes no da más pistas, tan sólo que es un motor turbocomprimido, lo que no excluye que se trate de un rotativo). Este motor térmico actúa sobre el eje anterior, mientras que otro motor eléctrico lo hace sobre el posterior para también poder ofrecer una tracción total 4×4.
La recarga de las baterías (suponemos que de ion-litio) de este Vision G-Code es también otro aspecto futurista: nada de los sistemas ya convencionales de recuperación de energía a la frenada, los enchufes domésticos “plug in” o el alternador movido por el motor de combustión de hidrógeno (aunque no se excluyen tampoco), sino que añade nuevos modos de generación eléctrica, como el aprovechamiento de la energía solar (mediante una pintura “multivoltaica” de la carrocería, que convierte toda la superficie de ésta en un inmenso panel solar) y hasta de la eólica (aprovechando el roce del aire) que permitiría recargar las baterías tanto en rodaje como a coche parado (si hay viento, claro). A nivel de suspensión y trenes rodantes, sabemos que la primera es hidráulica y los segundos recurren a unas tremendas llantas de 21”, a todas luces excesivas para su batalla y tamaño. Pero un “concept” siempre es un “concept”. Baste decir que en vez de rueda de repuesto o kit antipinchazo, bajo el piso de maletero hay sitio para dos “mini scooters” eléctricas plegables…

El salpicadero cuenta con el cuadro en posición central (digital, por supuesto) y unos aireadores distribuidos al estilo de los últimos Mercedes (circulares, con tres en el centro y uno en cada extremo). La configuración de plazas es 2+2, el volante es una especie de manillar doble estilo “quad”, los asientos son envolventes tipo cesto (“bucket”) en piel y fibra de carbono, y cuentan con sensores y escáneres en 3D para registrar los parámetros físicos de los ocupantes (peso, talla, postura…) de forma que los memorizan para “reconocer” al ocupante y asignarle los ajustes elegidos anteriormente por éste, y hasta pueden mostrar en la pantalla central multifunción el grado de bienestar de los pasajeros en forma de diagrama, activando las diversas funciones de confort (calefacción, aire acondicionado, inclinación de banqueta y respaldo, altura, etc).
Y como ventaja del motor de hidrógeno, el aire acondicionado puede enriquecerse con oxígeno liberado durante el proceso de combustión, purificando el aire del habitáculo y limpiando el mismo de elementos alergénicos y agentes patógenos (algo muy valorado en China, donde la contaminación atmosférica en ciudades como Pekín y Shanghai ha vuelto su aire irrespirable). En definitiva, un “concept” experimental cuya hipotética viabilidad estaría en el horizonte de mediados de siglo.