La segunda generación del Mazda3 (nacida en 2009 y reestilizada a fines de 2011) ha tenido tres llamadas a revisión, más de lo habitual en la fiable marca nipona. Con muy pocas pegas originales (como el ensuciamiento del filtro de partículas en tráfico urbano intenso en el 1.6 CRTD, junto con el sistema EGR, el desgaste precoz de pastillas de freno y alguna vibración de los plásticos del salpicadero), la última llamada a revisión tuvo lugar en junio de 2011, debida al fallo por corrosión de la toma de masa del motor de los limpiaparabrisas, que podía interrumpir su funcionamiento. Antes, en 2010, hubo otra en abril (problemas en el haz de cables eléctricos, con riesgo de cortocircuitos por mala posición del mismo).