Pese a los Range y al nuevo Evoque, la fama legendaria en 4×4 de la marca británica está basada en un modelo incombustible que ya ha superado los 60 años de historia (evidentemente tras varias remodelaciones a lo largo de ellos) y que hoy se llama Defender. Pero como nada es eterno en esta vida, en Land Rover ya se plantean su sustitución definitiva aunque respetando su espíritu y su leyenda.
Para eso ha llegado el “concept” DC 100 (mejor los “concept”, ya que son dos, uno cerrado y otro abierto llamado Sport), como anticipo del que será el clásico Land Rover de trabajo del siglo XXI.
Esta interpretación moderna del icono de la marca cuyo lanzamiento comercial definitivo aún tardará más de tres años en llegar (el relevo del Defender no está previsto hasta 2015), tiene un ancho de casi dos metros y una altura de 1,83 en el modelo cerrado y 1,56 en el abierto. Así, los DC 100 representan una aproximación a la idea del tipo de 4×4 que debe reemplazar al Defender, una sustitución que la marca se toma con calma ya que no es nada fácil.
Gerry MCGovern, director de diseño de Land Rover lo reconoce expresamente cuando afirma que “sustituir al icónico Defender es uno de los mayores retos en el campo del diseño automovilístico, ya que es un coche que inspira a personas de todo el mundo: el DC 100 no es un concepto listo para la producción, sino el comienzo de un viaje de 4 años hasta diseñar el Defender del siglo XXI”.
Para ello, el DC 100 es un ensayo de 4×4 convencional de 4,14 m de largo (DC 100 Sport, la versión abierta) ó 4,47 (la de carrocería cerrada), ambas de igual batalla (2,55 m) y con la mayor diferencia de longitud a cargo de la rueda de repuesto, colgada del portón del modelo cerrado, lo que les permite unos ángulos de ataque (de 29,3 y 32,6º, respectivamente) y el mismo de salida (38º). Su anchura le permite acoger 6 plazas en dos filas de tres (3+3, como en los primeros Land Rover).
Su tren rodante, a cargo de ruedas de gran diámetro (montan nada menos que llantas de 22 pulgadas con cubiertas M+S de 285/45 R22, aunque para usos normales es perfectamente imaginable medidas más normales de 16 y 18 pulgadas como mucho) está pensado para rodar sobre cualquier tipo de terreno. Hielo incluido, con un original sistema de clavos retráctiles a través de un sistema electromecánico montado en el interior del neumático, dentro de la llanta, que permite, mediante la entrada de aire en una cámara secundaria, que se inflen unas vainas moldeadas en el dibujo del neumático que contienen los clavos.
Las puntas se elevan justo por encima de la superficie del dibujo, quedando fijas para “morder” la nieve y el hielo. Y cuando éste desaparece, pueden retraerse de nuevo, eliminando la necesidad de transportar dos juegos de neumáticos o de llevar cadenas.
Hay que decir que como futuro todo terreno del siglo XXI, el DC100 nace ya como híbrido (normal o enchufable), o sea con un motor 2.0 de 4 cilindros (gasolina o diesel) y otro eléctrico compatible, todavía sin especificar. La transmisión corre a cargo de un cambio automático de 8 relaciones, con reductora, y la tracción total monta un sistema de reparto automático del par motriz según la adherencia de cada rueda, con posibilidad de desconexión total del eje posterior, lo que significa que actuaría como tracción delantera, ahorrando hasta un 7% de consumo. Además, el sistema puede reacoplar y enviar propulsión a las ruedas traseras cuando detecta la pérdida de tracción con la rapidez propia de un programa electrónico. Diseñado teniendo en cuenta la opción híbrida, la caja de cambios utiliza el sistema Twin Solenoid Starter que aporta varias ventajas a la tecnología Stop/Start, como la capacidad de volver a arrancar el motor durante la fase de descenso.
Como buen “concept”, el DC 100 va lleno de ayudas electrónicas, unas conocidas ya en los coches normales (como el asistente de aparcamiento automático “Park Assist”) y otras propias como el sistema RFID de identificación del conductor o el detector de vadeo Wade Aid, que evalúa la profundidad del agua al cruzar un arroyo, plasmando en un gráfico su profundidad y calculando la dificultad del paso, con indicación del modo, marcha y velocidad de abordarlo. El sistema utiliza unos sensores montados en los parachoques y espejos retrovisores, capaces de medir la profundidad del agua y que, junto con inclinómetros, reconocen si el nivel crece o decrece.
Toda la información aparece en un gráfico en la pantalla táctil central, avisando del grado de dificultad.
Además, el Wade Aid permite modificar la altura de conducción, cerrando los respiraderos de la carrocería y seleccionando una marcha inferior para mantener las revoluciones del motor y la velocidad óptima según la profundidad del agua (con un nivel máximo de 75 cm). A estos curiosos dispositivos (que se ofrecerán en opción, una vez experimentados y comprobados) se añaden las ayudas ya conocidas de la marca como el Terrain Response, ahora con cámaras de alta definición para evaluar el estado del terreno a la hora de abordar pasos difíciles, a través de una cartografía de última generación (Terrain-i) en forma de sistema de alerta previsible, que crea una visualización virtual 3D del terreno por delante del vehículo y lo muestra en la pantalla táctil central.
Similar a los sistemas que utilizan los pilotos de combate, Terrain-i se sirve de un escáner montado en los faros que realiza complicados cálculos para analizar el camino y avisar al conductor de cualquier obstáculo que pueda ser demasiado grande como para poder ser afrontado o evitado con seguridad.
Este sistema sugiere alternativas y muestra el camino más seguro en la pantalla central. Las cámaras montadas en cada esquina proporcionan al conductor un campo de visión de 360º del entorno inmediato del vehículo. El Terrain-i también es fundamental para el conductor en entornos urbanos, donde el escáner inteligente 3D puede identificar a peatones y otros obstáculos o peligros con más precisión que los sistemas actuales, avisa al conductor y, en caso de que éste no tome ninguna acción para evitarlo, detiene el vehículo con seguridad.
Y de postre, sistemas como un cabestrante frontal de arrastre perfectamente integrado y camuflado, placas solares de techo (en el modelo cerrado) para alimentación auxiliar de circuitos eléctricos, pantalla multifunción retráctil extraíble (para utilizar el GPS a pie), etc. En suma, un compendio de todas las ventajas que permite la tecnología de hoy para que el futuro sucesor del Defender siga siendo el coche preferido de los exploradores de todo el mundo.