Lamborghini Veneno

13 marzo, 2013
JUAN ROBREDO

Regalo «tóxico» de aniversario

Resulta difícil de calificar este “veneno” de la marca del toro en Ginebra, un sofisticado ejercicio de estilo para celebrar su 50 cumpleaños y del que ni siquiera se va a producir una serie limitada, sino tan sólo tres ejemplares ya adjudicados y vendidos de antemano (aparte de otro para la propia Lamborghini, unidad “cero” de ensayo que acabará en su museo) al increíble precio de tres millones de euros cada uno.

Un precio ciertamente “venenoso” para un coche que debe su nombre español, conforme a la tradición taurina de la marca, al de un toro legendario tenido por uno de los más fuertes, rápidos y agresivos que nunca ha habido, responsable en 1914 de la muerte del diestro José Sánchez Rodríguez en la arena de la plaza de Sanlúcar de Barrameda. Su diseño es ciertamente espectacular, aunque quizá no entusiasme. Se ha buscado la eficacia aerodinámica por encima de todo, aplicando a un coche de calle la de uno de circuito, buscando la mínima resistencia al avance junto a la perfecta refrigeración de su motor de altísimo rendimiento (750 CV), y con el masculino estilo de la marca de Sant’Agata Bolognese.

Aquí, y al contrario que con “La Ferrari”, nos sería imposible hablar en femenino de este “Lambo”, con sus rasgos extremos repletos de aristas, como su morro de punta en flecha, diseñado para lograr el mejor efecto de apoyo y circulación del aire, actuando como un alerón total. Sus canalizaciones de aire lo conducen a las salidas del capó por delante del parabrisas y tras las ruedas, con faros en forma de “Y” fundidos con las aletas y su especial apertura de puertas en “tijera”. Con los guardabarros que están casi separados del cuerpo de la carrocería por las salidas de aire, y su exagerado alerón posterior con deriva vertical casi como un avión, no es un estilo precisamente suave y armonioso, sino más bien de “coche de Batman”.

Pero sin duda es un diseño eficaz, tanto en penetración como en ventilación, con unos bajos de efecto suelo canalizados y divididos en su difusor por los cuatro tubos de escape divididos por un tabique para aumentar la succión de apoyo. Detrás, vanos y huecos juegan su papel, con una zona maciza rasa tan sólo para fijar la matrícula, en un puente formado entre las luces posteriores (también en “Y”). El capó central del motor presenta seis aberturas triangulares destinadas esencialmente a refrigerarlo, facilitando la disipación del calor, rematado por la aleta de tiburón final que sirve también para mejorar la estabilidad direccional de trayectoria, sobre todo en las frenadas a fondo.

Las grandes ruedas, con llantas de 20 pulgadas de diámetro delante y 21 detrás van dotadas de fijación central, y montan una doble corona externa en fibra de carbono con aletas que actúa como turbina para refrigerar los discos de freno carbocerámicos. Esto, junto con su color gris oscuro metalizado con elementos en negro mate y en el brillo satinado de la fibra de carbono, con los toques de color de la bandera italiana en finas bandas laterales (sobre las puertas) que mostraba la unidad de ensayo de la marca exhibida en Ginebra (las otras tres vendidas lucirán también una decoración en verde, blanco y rojo, pero cada una en un color), le proporcionan unos rasgos de identidad únicos e inconfundibles para un coche nacido para festejar el 50 aniversario de la marca del toro en el sector del automóvil (en otros, como el maquinaria agrícola o calefacción, lleva presente casi un siglo).

En cuanto a ingeniería, este Lamborghini Veneno utiliza un chasis a base de fibra de carbono reforzada con plástico (PRFC) muy similar al que tiene el Aventador, con dos subchasis (delantero y trasero) en aluminio. Todos los elementos exteriores son de PRFC y han sido diseñados para cumplir con todas las reglamentaciones internacionales de seguridad, desde los airbag hasta el ESP. Igualmente encontramos el PFRC visible en el interior del Veneno (laterales de caja, túnel central, etc), con los dos asientos realizados en un nuevo compuesto registrado por Lamborghini (Forged Composite) y además todo el habitáculo tapizado en una nueva fibra de carbono textil (CarbonSkin), incluyendo techo y parte de los asientos. Esta CarbonSkin combina un tipo de resina especial trenzable que estabiliza la estructura de la fibra de carbono permitiéndola ser flexible, lo que la permite convertirse en una fina tela que se adapta a todas las formas, aligerando el peso final. El mismo carácter tecnológico y deportivo lo encontramos en el salpicadero, de diseño muy futurista y con un cuadro dotado de señales suplementarias como un indicador de fuerza “G” capaz de indicar al conductor los esfuerzos de apoyo del coche.

El peso final en vacío roza la tonelada y media (1.450 kg), no especialmente bajo pero aún así 125 kg menos que el del Aventador, con una relación peso/potencia de menos de 2 kg por CV (1,93) gracias a su motor V12 de 6 litros y medio de cubicaje que mueve sus cuatro ruedas a través de una caja manual ISR con tracción total permanente. Es el clásico 12 cilindros en V (6.496 cc) que ya utilizaba el Murciélago, pero que ha pasado de aquellos 640 CV a dar ahora 750 CV a base de mejorar admisión y escape con unas mínimas contrapresiones. De este modo, este Veneno anuncia unas prestaciones totalmente estratosféricas, que pese a una aerodinámica concebida para sujetar el coche al suelo arrojan una velocidad punta de 355 km/h y menos de tres segundos en el 0-100 km/h (2,8). Cifras para soñar, lo mismo que su precio que se sitúa en la cúspide de la exclusividad automovilística mundial.

Lamborghini
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