Por primera vez en tres décadas, un coche con motor de gasolina (aunque híbrido) está desbancando a los diesel entre los profesionales del taxi. En efecto, algo más de la mitad de todos los Prius que vende al año Toyota en España van destinados al servicio del taxi, señal de sus innegables bondades y mínimo consumo en el tráfico urbano. A ello se suman las promociones y descuentos que la marca brinda a estos profesionales, así como los incentivos y ventajas concedidas por ayuntamientos y entidades oficiales por su menor impacto medioambiental.
Pero no todo es de color de rosa para Toyota, ya que la gran mayoría de los taxistas, para acabar de mejorar la rentabilidad del modelo, lo transforman para usar gas (GLP) en lugar de gasolina, aunque ello conlleve la pérdida de la garantía de 3 años de la marca. Y esa transformación se hace fuera de la red oficial de talleres Toyota por la que los taxistas no pisan. Antes este cambio se solía producir a los 3 años, tras el fin de la garantía oficial, pero ahora se ha adelantado hasta al año de antigüedad. Una transformación que no complace a los directivos de la marca, sobre todo, por el riesgo de adaptaciones incorrectas y peligrosas (de hecho se han producido 2 casos, que conozcamos, debido a imprudencias de los taxistas y no a defectos de instalación). Hasta el punto de que la propia Toyota ha tenido que dirigir una serie de cartas advirtiendo a los profesionales del taxi del riesgo que implican las transformaciones a gas del Prius, desaconsejándolas rotundamente, pero los taxistas no hacen mucho caso al estar dentro de la legalidad estas transformaciones.
