Escándalo de VW en EE.UU.

22 septiembre, 2015
JUAN ROBREDO

La manipulación de las centralitas puede acarrearle 15.000 millones de € de multa 

El escándalo de la manipulación de centralitas de gestión de motor en sus motores diesel para cumplir los estrictos niveles legales anticontaminación norteamericanos (ULEV2) le puede salir caro, muy caro, al grupo Volkswagen.

Todo se descubrió el pasado viernes 18 de septiembre, cuando la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) le acusó de haber colocado en sus vehículos un “software” para eludir los estándares ambientales y ordenó llamar a revisión a casi medio millón de vehículos diesel en California. Tras un primer momento de estupor, Martin Winterkorn, presidente del grupo, admitió el hecho y dio la orden de suspender la venta de modelos diesel con motor de 4 cilindros en EE.UU. (todos los Golf, Jetta, Passat  y Beetle, así como el Audi A3).Además realizó un comunicado, lamentando profundamente haber traicionado la confianza de sus clientes y anunciando una investigación externa así como su plena disposición a colaborar con las autoridades medioambientales norteamericanas.

Chief executive Martin

La reacción fue inmediata. Además de la caída de su valor bursátil (casi un 20%, lo que supone bajar de 76.600 millones de euros a 63.300, casi 14.500 millones menos) en la Bolsa de Fráncfort, lo grave es que las autoridades estadounidenses barajan incluso una sanción por cada coche manipulado (fundamentalmente modelos de VW y Audi) de hasta 37.500 dólares, lo que multiplicado por los 482.000 vehículos vendidos hasta la fecha daría una cifra colosal de algo más de 15.000 millones de euros (la quinta parte del valor del grupo).

Aunque la desbandada inicial parece haberse contenido (el lunes 21 se vendieron casi 14 millones de acciones del grupo, cuando lo normal es uno y medio), la caída ha contagiado a Porsche (cayó en Bolsa un 17% perdiendo más de 3.000 millones de euros tras venderse 4,4 millones de acciones, casi un 700% más de lo normal) y afectado también (aunque en menor medida) a otras empresas alemanas de automoción (Daimler Benz, Continental, BMW…).

La manipulación consistía en que los coches cumplían la norma un tiempo, para dejar de hacerlo al cabo de cierto kilometraje, emitiendo incluso más contaminantes que bajo la norma anterior. Además, la centralita detectaba cuando el coche sufría una inspección –como una ITV, por ejemplo–, adoptando automáticamente un programa de limitación de emisiones para superar la prueba. Finalizada ésta, el motor volvía a funcionar en modo normal, emitiendo las mismas emisiones de antes.

El reconocimiento de la trampa por parte de Martin Winterkorn supone un duro golpe al prestigio de la industria alemana y a él como presidente y consejero delegado del grupo VW pendiente aún de la ampliación de su contrato por dos años más (que debería efectuarse en enero). Precisamente el mercado USA es el talón de Aquiles del grupo VW, cuyas ventas allí permanecen estancadas, y cuya situación fue utilizada por su antaño mentor y hoy enemigo Ferdinand Piëch, que ahora se ve reforzado por este escándalo. Sin embargo, la rápida reacción de Winterkorn puede volverse en su favor, si logra demostrar que ignoraba el fraude y que ha sido víctima de una traición. De momento, el director general de VW en EE.UU. ya ha sido cesado, y la demanda de una investigación externa ha sido bien acogida tanto en Washington como en Berlín.

De todos modos sobre Winterkorn se cierne una tormenta perfecta, que puede afectar a todo el sector germano de automoción, el más importante de Europa. El gobierno alemán se ha declarado dispuesto a verificar que ni Volkswagen ni ninguna otra empresa del sector está falseando datos en el mercado alemán y en el europeo, y para ello va a solicitar información relevante a las empresas para proceder a su comprobación inmediata. «Esperamos que las empresas automovilísticas suministren información fiable para que la Autoridad Federal de Transporte de Motor pueda investigar si ha habido manipulaciones similares con los sistemas de emisiones en Alemania y Europa», ha dicho el portavoz del Ministerio de Medio Ambiente, Andreas Kübler.

Por su parte el ministro de Economía alemán y vicecanciller, Siegmar Gabriel, declaró que el caso es una «penosa excepción» y defendió que el «made in Germany» sigue siendo reconocido a nivel internacional, mientras que el secretario de Estado de Medio Ambiente, Jochen Flasbarth, aseguró que se comprobarán las centralitas para verificar sus posibilidades de manipulación y sugirió que la normativa de calidad podría verse modificada en caso de que se detecten irregularidades.

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