Ya lo había avisado en su día Volkswagen, pero por si los gobernantes separatistas de la Generalitat catalana no habían querido oírlo, ahora hay ya señales evidentes de que en Wolfsburg no se ve con buenos ojos la deriva soberanista del gobierno catalán, y ello tras el simulacro de referéndum secesionista del 9-N. En efecto, el consejo de dirección del grupo VW ha paralizado las inversiones previstas para la planta Seat de Martorell, en donde estaba previsto producir un nuevo vehículo, posiblemente otro Audi con la misma plataforma del Q3 que ya se produce allí o en su lugar otro coche para Seat. Por cierto, el patrón de Skoda se ha pronunciado diciendo que no fabricará otro Seat que no estuviera ya previsto, caso del nuevo SUV compacto).
El primero (y también primero en el tiempo), cuya fabricación sacaría a Seat de las constantes pérdidas que padece desde hace muchos años, podría darse prácticamente por perdido si no hay una reacción rápida de la Generalitat catalana (que no se espera). Así, si la decisión preventiva tomada en Alemania se convierte en definitiva podría significar el principio de la desaparición de Seat como marca generalista del grupo VW, ya que la priva de un modelo estratégico para asegurar la carga de trabajo de la planta de Martorell, desde hace años muy por debajo de su capacidad máxima de producción (entre 425.000 y el medio millón de coches al año, según se hagan dos o tres turnos de trabajo).
Lejos de los 425.000 teóricos de su producción anual ideal (ahora está en torno a los 300.000) y con el León y el Ibiza como únicas líneas de producto estratégicas, Martorell puede ver su futuro muy oscuro, dado que no hay confirmada la sucesión de modelos, ni siquiera la del propio Ibiza. En cuanto al sustituto del actual Audi Q3, es muy probable que Volkswagen, que en su día decidió que se produjera en Barcelona para ayudar a la recuperación de Seat, se lleve su producción a la nueva planta mexicana de Puebla (como se ha dicho), de donde también saldrá el Q5.
Así las cosas y sin más gamas de calado que el León (aún bastante nuevo, salió en 2012) y el Ibiza (llegó en 2010) para el que hay previsto un “restyling” en 2015, sin nuevo sucesor previsto hasta 2017, es evidente que la planta de Martorell podría cerrarse (o venderse), pese a ser una de las más avanzadas del grupo (se levantó en 1993), si se disminuye aún más su carga de trabajo (no olvidemos que son ya cada vez más los Seat que se producen fuera de España, como el Mii (por Volkswagen, en Eslovaquia), el nuevo Toledo (por Skoda como clon del Rapid, en Chequia), el Alhambra (producción insignificante en Lisboa). Por no hablar del futuro SUV compacto previsto para que lo fabrique también Skoda para finales de 2016 ó 2017 que podría paralizarse… porque cerrar Martorell significaría muy probablemente la muerte de Seat, porque su interés para Volkswagen no es muy grande, su producción muy pequeña y sus pérdidas continuadas (no se espera salir de ellas hasta 2018).
Por otra parte, no hay que olvidar el gran interés que tiene el grupo Volkswagen en poner en marcha una marca “low cost” (lo ha dicho por activa y por pasiva y esa marca podría sustituir o ser la propia Seat, pero fabricando, por ejemplo, en el norte de Africa, como está ahora haciendo Dacia (la “low cost” de Renault) que crece y crece con éxito. De momento, el silencio es total, pero todo indica que mientras no se aclare el futuro político de Cataluña, el grupo VW no invertirá un euro en Cataluña. Y si cunde el ejemplo, también la factoría de Nissan en Barcelona (ya lo ha avisado el patrón de la Alianza Renault-Nissan) podría correr el mismo camino.
En definitiva, un jarro de agua fría para Jürgen Stackmann (presidente de Seat) y sus 14.000 profesionales, en un momento que la empresa había contratado 600 nuevos trabajadores y sus ventas han crecido más del 10,5% respecto a 2013, pese a haber tenido que retirarse de mercados tan importantes como China o Rusia.