La industria automovilística británica empieza a ponerse nerviosa al ver como se dilatan las negociaciones del «Brexit» para una salida pactada del Reino Unido de la UE y sobre todo, por el hecho de que si no hay un acuerdo medianamente favorable, el perjuicio para ella sería tremendo.
Nissan ya ha avanzado que no invertirá una libra en la planta de Sunderland mientras no se aclare el horizonte de la salida y sus condiciones, y que incluso podría llevarse parte de su producción a sus otras plantas en la UE.
También Jaguar-Land Rover, propiedad de la india Tata (cuyos títulos caen en bolsa), se preocupa más si cabe al tratarse de marcas inglesas de difícil deslocalización y que el año pasado produjeron 532.000 vehículos con 40.000 empleados (dos tercios de su plantilla, casi 30.000 empleados, es inglesa). Ralph Spetth, presidente de Land Rover, no descarta cerrar fábricas y dejar el Reino Unido y ha sido bastante claro: “No me puedo imaginar un escenario con aranceles para las piezas que importamos, con dificultades en las aduanas, con más tasas a nuestras exportaciones y con normativas diferentes”. Y ha añadido: “Para nosotros el mercado de la UE es el más importante. Sin contar el Reino Unido ni Rusia, vendemos en él 120.000 unidades de algo más del medio millón que producimos anualmente, e importamos de él del 45% al 50% del contenido de nuestros coches”.
Y hasta Honda, que ha permanecido callada hasta ahora, también se ha pronunciado contra el posible arancel del 10% que recaería sobre sus coches producidos en Swindon y exportados a la UE de consumarse un “Brexit” duro. “No seríamos competitivos”, ha dicho un portavoz de la marca, que contempla rebajar su producción (ya está a la mitad de su capacidad) a un solo modelo -el Honda CR-V-, importando de sus plantas de India o México los Civic, como ya hace con el Jazz. En el mismo sentido se ha pronunciado BMW, dueña de Rolls-Royce y Mini (con una producción de 210.000 coches), advirtiendo que se irían con un “Brexit” duro. Y la misma opinión mantiene Airbus. Hay en juego 800.000 puestos de trabajo.