Javier Gete
Buenas sensaciones con importantes diferencias de conducción
Hay muchos factores que producen actualmente algunos rechazos a la hora de comprar un coche eléctrico, entre los que están la autonomía, los tiempos de recarga y fundamentalmente el precio de este tipo de vehículos. La conducción en algún momento fue también un factor de rechazo, circunstancia que empieza a superarse gracias a las buenas sensaciones que ofrecen actualmente los vehículos eléctricos, que llegan a ser incluso deportivas.
El contraste está entre los que aseguran que un eléctrico no trasmite nada comparado con un térmico, y aquellos que aseguran que nunca volverán a un motor térmico tras haber pasado la frontera de ser nuevos usuarios de eléctrico, asegurando muchos de ellos que pueden ser incluso divertidos.

No hay duda de que la capacidad común de todos los eléctricos es su excepcional aceleración y sus sensaciones de vehículos de clase superior en consecuencia y con altas prestaciones y un reprís muy elevado, eso sí, a costa de su autonomía (por lo que los fabricantes suelen limitar la velocidad punta).
Los eléctricos cuentan con una transmisión de una sola relación y su potencia se entrega de forma inmediata, por lo que las sensaciones que transmiten son realmente diferentes, no siendo la aceleración el único factor diferencial, ya que el hecho de conducir con un único pedal que sirve de acelerador y de freno motor es también una notable diferencia (al soltar el pedal se produce la retención, produciendo además mayores recargas de la batería).

Este frenado regenerativo es similar a la retención que se obtiene en un modelo de combustión al descender una pendiente o al reducir una marcha, y todo ello con un silencio total.
No en vano algunas marcas conocedoras de las ventajas globales de la conducción eléctrica, están desarrollando sus productos considerando y expresándose con claridad sobre cada una de estas diferencias y ventajas, de manera que auguran un futuro mucho más prometedor para su potenciales clientes de futuro.
Las mayores diferencias al conducir un coche eléctrico
En general se identifica un vehículo 100% eléctrico con una conducción urbana, aunque es verdad que la conducción eléctrica aporta otras prestaciones que la dotan de una identidad muy propia.

Sólo con unos pocos kilómetros de conducción eléctrica se aprecian ya unas diferencias significativas con respecto a los modelos de combustión, siendo las siguientes las más significativas:
- El silencio es total: La primera pregunta al arrancar es ¿ya arrancó?, ya que al aportar un sonido delicado y muy tenue parece que no disponemos de propulsor activo y su despliegue energético sólo se aprecia al pisar el pedal del acelerador, aunque aún con un sonido poco perceptible. Esta ausencia de sonido aporta una conducción suave y relajada y prácticamente sin esas incómodas vibraciones que tanto conocemos de los vehículos de combustión.
- Entrega de potencia inmediata: El par aportado de forma instantánea acerca más a los conductores a una antesala de deportividad, ya que su potencia en marcha no depende de las revoluciones y es totalmente progresiva y directa, cosa que siempre sorprende en las primeras pruebas de un eléctrico. Cifras por debajo de 10 segundos para alcanzar los 100 km/h desde parado son normales en los vehículos eléctricos, pasando en general de 80 km/h a 100 km/ en sólo 2 segundos, cosa que pocos motores de combustión consiguen.

- Ausencia de caja de cambios, porque no la necesitan, y por ello tampoco cuentan con embrague, y aunque algunos afirmen que la conducción de un eléctrico es menos personalizable, en realidad la personalización e consigue de forma electrónica a través de los “modos de conducción”, lo que para muchos usuarios aporta una interesante diversión en la conducción.
- La retención, recuperación y regeneración son factores también diferenciales en la conducción ya que al levantar el pie del acelerador, los vehículos eléctricos tienden a retener, no siendo preciso usar el freno en la mayoría de las ocasiones (frenada regenerativa que recupera parte de la energía).
- Conducción más cómoda, al no tener que manejar la caja de cambios ni el embrague, además de la importante reducción de ruidos mecánicos, incrementando el confort, la potencia percibida y la seguridad vial en la conducción, ya que permiten estar más pendiente de la carretera, reduciendo el stress y los comportamientos agresivos al volante.

- Un mejor reparto de pesos, ya que el centro de gravedad de un vehículo eléctrico suele estar más próximo al suelo debido al peso de los packs de baterías bajo el suelo, lo que produce un mayor aplomo, reforzando la estabilidad y la seguridad.
- Por supuesto los eléctricos son más limpios, sea por su papel de sostenibilidad y por generar una movilidad sin emisiones y también por sus detalles tales como la no emisión de olores, cosa muy notable también en los garajes y el entorno.
Seguramente nos hemos dejado en el tintero algunos otros comentarios interesantes sobre la conducción de vehículos eléctricos, aunque creemos que con estas apreciaciones hemos marcado con claridad algunas diferencias y ventajas de los eléctricos respecto a los de combustión tradicional, que con el tiempo empezarán a ser muy valorados por los usuarios en el momento en el que superen las grandes trabas citadas.