Este Bugatti Veyron es fruto de la colaboración entre la especialísima marca del grupo VAG y la fábrica berlinesa nacional de porcelanas (KPM, la Königliche Porzellan Manufaktur Berlin) que presume de ser la más distinguida de las fábricas mundiales de porcelana, reminiscencia de cuando esta cerámica constituía un exclusivo comercio de Estado, y cada país que se preciase poseía su propia fábrica nacional de tan deseado “oro blanco”.
Bugatti ha decidido construir en homenaje a tal prestigio este Veyron bajo el nombre galo de “L’Or Blanc”, el Oro Blanco, en una serie limitada de 150 unidades (no se fabricarán más) que no lo parece tanto en función de su elevadísimo precio. Aunque pese al mismo hay ya 42 unidades encargadas, quedando pues 108 todavía para vender: una vez solicitadas, se cerrará el cupo y serán fabricadas, por riguroso turno de recepción, de forma artesanal como lo son todos los Bugatti. Por lo demás, este Veyron es mecánicamente igual a los demás, o sea con su monstruoso motor de 16 cilindros y 1.001 CV, con techo panorámico de policarbonato y la mayor velocidad máxima de cualquier coche matriculable del planeta (407 km/h a techo cerrado y 350 km/h a techo abierto). Pero el diseño de su piel es completamente personal, con la blanca porcelana dibujando bandas sobre su chapa que imitan una conocida carretera cisalpina, el Stelvio Pass, en un dibujo nunca antes visto y hecho sobre la carrocería de un automóvil.
Presentado en USA en agosto como la “porcelana más rápida del mundo” en el concurso californiano de The Quail, este especialísimo Bugatti Veyron no dejó de ser considerado como una excentricidad para supermillonarios, tanto más chocante dados los tiempos de crisis que vivimos. Pero para la marca también ha sido todo un desafío técnico, ya que la combinación de la incrustación cerámica sobre acero y aluminio, o sobre fibra de carbono no deja de ser todo un reto técnico.
Se han tenido que utilizar bandas elásticas especiales, adheridas perfectamente con un compuesto de plasticina sulfurosa y moldeadas hasta dar la forma de las bandas que imitan el contorno de la famosa carretera italiana de los Alpes, en tiras de 5 metros de largo. Y gran parte del equipo de la plantilla de la planta berlinesa de la KPM ha debido trabajar para lograr este fino acabado de lacado porcelánico, echando muchas horas por coche (de ahí la lentitud de su producción), lo que también explica lo desmesurado de su precio, en un coche de precio ya desmesurado de por sí, como lo es en todas sus características.
Para algunos todo un ejercicio de artesanía carrocera, para otros una simple excentricidad de dudoso gusto para jeques árabes y multimillonarios chinos, la realidad es que este Bugatti Veyron “L’Or Blanc” marca un antes y un después en la construcción de coches de superlujo. Habrá que ver cuánto se tarda en colocar las 150 unidades para extraer la conclusión de si esta extraña colaboración cerámico-automovilística ha sido rentable ó no. En cualquier caso, en términos de imagen parece claro que sí, con el récord de “la porcelana más rápida del mundo”.