El inesperado resultado del referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la UE, con la victoria de su salida de la misma, va a suponer un duro golpe a la economía inglesa en términos de inversiones y empleo, especialmente en el sector del automóvil.
BMW ya estudia buscar un posible emplazamiento continental (se habla de Eslovaquia o Hungría, sin descartar la propia Alemania) para la fabricar los Mini dentro de la zona Euro, mientras que Nissan estudia pasar la mayor parte de la producción de su planta de Sunderland a alguna de las europeas que comparte con Renault, dentro de su alianza común, lo que podría beneficiar a la planta Nissan de Barcelona.
Honda (única marca nipona sin otras fábricas europeas fuera del Reino Unido) ha anunciado una nueva estrategia industrial para 2019, dentro de la cual podría sustituir su planta de Swindon por otra en Irlanda. Sólo Bentley (propiedad de VW) y Rolls Royce (propiedad de BMW) no se han pronunciado al respecto, pero teniendo en cuenta su limitada producción y el elitista carácter de sus modelos, son a los que menos perjudicaría la subida de aranceles así como la actual importación de motores de Alemania. Ford y GM (Vauxhall) mantienen silencio sobre sus expectativas, pero tampoco se descarta un traslado de producciones a la zona euro de la UE, especialmente en la marca del óvalo. En todo caso, las estimaciones de los sindicatos británicos apuntan a una pérdida de empleos para los próximos años que podrían superar los 40.000 puestos de trabajo.