Las palabras capital y democracia no parece que vayan mucho de la mano cuando se trata de temas económicos, máxime si a la de capital unimos la del adjetivo mayoritario. Así, el que más tiene impone su “democracia”, se podría decir sin miedo a equivocarnos.
Pero mira por donde, en el caso de Audi AG, filial del grupo Volkswagen y empresa cotizada en Bolsa pero no participada al 100 por 100 por el grupo (aunque sí controlada accionarialmente por Volkswagen, al que pertenece en un 99,5%) ha sido la excepción y sus consejeros, a cuyo frente está Rupert Stadler (su presidente ejecutivo y también miembro del Consejo Ejecutivo del grupo VW) tiempo ha que demandó a su propio grupo nada más destaparse el escándalo del fraude de las emisiones de los motores diesel de Volkswagen.
Efectivamente, Audi demandó en la ciudad bávara de Ingolstadt (sede de su compañía) a su casa matriz (el grupo Volkswagen), en cumplimiento de la normativa que la obliga a velar por los intereses de todos los accionistas y en especial por el de los minoritarios que detentan solo el 0,5% del capital en la Bolsa (el resto pertenece a Volkswagen), lo que a la postre y cumpliendo la ley constituye un balón de oxígeno para la compañía, ya que sus administradores quedan blindados ante posibles acciones generales que intenten los accionistas minoritarios, además de paralizar las posibles demandas civiles de reclamación de indemnizaciones que pudieran efectuarse contra Audi AG.
Audi, la marca “premium” más importante del grupo VW, no sólo ha adquirido en pocos años una merecida fama entre los usuarios por su buen hacer, sino que también aporta ya el 40% de los beneficios del grupo, con unas ventas en ascenso año tras año que ya rondan los 2 millones de coches. Y además apenas se está viendo afectada en sus ventas, salvo en EE.UU. porque legalmente tampoco tiene culpa del fraude cometido en las emisiones del motor diesel V6 TDI sino que toda la responsabilidad está en el grupo Volkswagen, la casa madre.
Este motor lo emplea Audi en sus modelos SUV Q5 y Q7, además de en las berlinas A6, A7 y A8. En total unos 65.000 motores desde el año 2009 que junto con otros 20.000 repartidos entre el Porsche Cayenne y el VW Touareg han sido vendidos en Estados Unidos con el software modificado y donde la firma de los 4 aros espera también hacer valer su inocencia tras la acusación recibida de la EPA (la agencia medioambiental de EE.UU.) organismo ante el que Audi quiere llevar a los empleados de la empresa que estén implicados en el escándalo de la manipulación de las emisiones, con el fin de salvaguardar aún más la imagen de su marca y los puestos de trabajo de su factoría americana.