El objetivo de la Alianza Renault-Nissan que preside Carlos Ghosn tras 17 años de unión, son 10 millones de unidades anuales producidas y está muy cerca de conseguirlo, gracias a su reciente impulso por la compra del 34% de las acciones de Mitsubishi, con lo que pasa a controlar al constructor japonés, a través de Nissan.
Realmente esta reciente compra ha sido una sorpresa, pero la agilidad demostrada por Ghosn para actuar sobre su ahora ex-competidor nipón y convertirlo en un aliado ha sido visto y no visto, gracias a su conocimiento profundo del mercado japonés y a la liquidez monetaria que tiene la Alianza que preside (además comprando a bajo precio), principalmente gracias a Nissan pero que, poco a poco, Renault también va incorporándose a ella con el éxito de ventas de sus nuevos SUV Captur y Kadjar.
Además ha sido una doble jugada de este astuto e inteligente brasileño, ciudadano del mundo, metiéndole mano a la firma de los tres diamantes y adelantándose al patrón de FCA (Fiat-Chrysler Autombiles), Sergio Marchionne, al que le faltaba la pata japonesa, como tantas veces ha dicho en sus entrevistas este hombre sin chaqueta ni corbata (sin duda ejemplo de Pablo Iglesias, aunque las diferencias que les separan son abismales) y poco amigo de los coches eléctricos en estos momentos y del apoyo que reciben de algunos gobiernos.
Pero volviendo a las cifras, por si alguno duda, suman producciones en 2015: 5,4 millones de unidades Nissan (incluyendo a Infiniti); 2,8 Renault, incluidas sus marcas Dacia y la coreana Samsung; 0,3 la rusa Lada (ahora en una crisis aguda, pero con posibilidades de un fortísimo crecimiento y acercarse al millón) y por último 1,1 millones de Mitsubishi hacen 9,6 millones de unidades, a un paso de entrar en el “club de los 10 millones” en el que están Toyota, Volkswagen y General Motors y muy pronto también la Alianza Renault-Nissan, que ya ha cumplido 17 años, beneficiándose en su estrategia de negocio de aún mejores condiciones de negociación y costes de producción.