Dentro de la partida de seguridad vial (la más importante de la Dirección General de Tráfico), a la que se destinan 734 millones de euros en 2015 (casi 23 más que este año), destaca –y ya iba siendo hora– el aumento del apartado destinado a los controles anti-droga, para detectar a los conductores que circulan bajo los efectos de las mismas, y que hoy se considera incluso mayor que los que lo hacen bajo los efectos del alcohol. Esta partida no llegaba al millón de euros en 2013 y es inferior al millón y medio en 2014, mientras que llegará a 4,6 millones en 2015, donde Tráfico espera aumentar un 50% como mínimo los controles de este tipo (25.000 en 2013 y sólo 4.600 en 2012).
La DGT proyecta adquirir equipos más sofisticados que los actuales test de saliva, con un segundo análisis en laboratorio que distinga la conducción bajo su influencia de la simple señal de haberlas consumido (que marca la diferencia entre la multa y el delito). En el aumento de la partida de seguridad vial se incluye también la compra de 4 nuevos helicópteros (6,5 millones de euros) de vigilancia con radar y telemetría (aunque mejor sería llamarles de «persecución» de multas, pues es lo que hace el único que tienen en Madrid para cubrir sus gastos).