Rolls con alma de yate
Construido en una serie limitada de 35 ejemplares para conmemorar el récord de velocidad sobre agua que obtuvo Malcom Campbell en 1937, Rolls-Royce lanza este exclusivísimo modelo destinado a la más selecta de su ya de por sí selecta clientela a un precio no desvelado pero que en todo caso no bajará del medio millón de libras esterlinas (casi 600.000 euros).
Su larguísimo nombre viene dado por su gama de origen (Phantom), versión (Drophead Coupé), realización (a cargo de la división de unidades especiales “retro”, Bespoke) que hará sólo 35 unidades y lo de Waterspeed por lo de su celebración del récord de velocidad sobre agua que logró Campbell en 1937. Su precio rondará los 600.000 euros.
Campbell pidió entonces a Rolls Royce, que estaba desarrollando el famoso motor de aviación Merlin (el que equipó a los Spitfire durante la segunda guerra mundial), una versión sobrealimentada del mismo para montar en su canoa Bluebird KZ30 (luego abreviada como K3) y Rolls se lo concedió, al fin y al cabo se trataba de explorar sus posibilidades.
Nada menos que 2.332 CV.- Campbell corrió con los gastos de sobrealimentarlo, sacando al impresionante V12 R37 de 36,5 litros de cubicaje (así como lo leen, 36.500 cc, o sea tres litros por cilindro, el triple que cualquier motor de camión “gordo”) nada menos que 2.332 CV. Pensemos que el Merlin atmosférico del primer Spitfire daba 1.230 CV, y sólo superó los 2.000 CV al final de su carrera en el Spitfire IX)…
Con ese motor R37 de avión de caza montado en su Bluebird, el millonario Campbell inició las pruebas en el lago escocés de Loch Lomond, pero su superficie resultó más agitada de lo previsto. Y aconsejado por uno de los mecánicos de su equipo, italiano, eligió las tranquilas aguas del lago Mayor, en el norte de Italia, que con sus casi 50 km de largo le aseguraba espacio suficiente para lanzar su bólido acuático, estando además a salvo de los vientos laterales alpinos (que podían desestabilizar la lancha a alta velocidad).
La historia del récord.- Como la prueba no era muy bien vista por las autoridades fascistas italianas, Campbell tuvo que iniciar los ensayos desde el lado suizo del lago, hasta que en la mañana del 1 de septiembre de 1937 logró cronometrar en su tercer ensayo 126,33 millas a la hora (203,32 km/h) superando este registro al día siguiente con 129,5 millas/hora (208,41 km/h) y pulverizando el anterior récord del Americano Arthur Garfield de 1932 (124,86 mph, o sea 201 km/h).
Y en homenaje a ese récord (en el que Rolls-Royce puso el motor y Campbell el barco, y sobre todo, el ingenioso sistema de transmisión de la hélice, de paso variable, capaz de lograr un desarrollo final de una vuelta de hélice por cada tres del motor), la firma británica ha presentado ahora en el concurso de elegancia de Villa d’Este, también a orillas de un gran lago alpino italiano, esta vez el de Como, este Rolls-Royce Phantom Drophead Coupé Bespoke Waterspeed, para abreviar Drophead Waterspeed.
El coche azul de mar.- Se trata de un gigantesco Phantom descapotable de 4 plazas (5, 61 m de largo por 3,32 m de batalla) y más de dos toneladas y media de peso en vacío. Todo en él respira un ambiente náutico, desde el volante azul (al que sólo le faltan las puntas para recordar una rueda de timón) al acabado de sus materiales nobles, con profusión de aluminio anodizado, pensados para resistir la intemperie y el agua.
El color azul lo domina todo, desde la carrocería (Blue Maggiore) al motor (que también era azul en el Bluebird), con los relojes del cuadro igualmente inspirados en los del Bluebird K3. Tapicería en cuero azul hidrófugo, perfiles de consola y posavasos azules, etc. En total, más de 400 horas/coche en tiempo de montaje (con 80 totalmente artesanales) a cargo del departamento Bespoke, para hacer de él un Rolls distinto y aún más exclusivo.
Del mar a la tierra.- Mecánicamente no hay diferencias con los demás Phantom: un motor de 12 cilindros en V y 48 válvulas (pero no de 36,5 litros como era el del R37, sino “sólo” 6,75 -6.749 cc-) con los consabidos 460 CV y 73,4 mkg (a 5.350 y 3.500 rpm respectivamente) que mueven las ruedas posteriores a través de un cambio automático ZF de 8 relaciones. Alimentado por inyección directa, homologa un consumo oficial combinado de 14,8 lts/100 km, con un máximo urbano de casi 23 y un mínimo extraurbano de poco más de 10.
Sus prestaciones no dejan de estar al nivel de un superdescapotable de lujo, aunque no pretendan ser excepcionalmente deportivas (240 km/h de velocidad punta autolimitada y 5,8 segundos para cubrir el 0-100 km/h). Pero su singular exclusividad debe bastarle para que Rolls coloque sin demasiados problemas las 35 unidades de esta edición limitada, a pesar de su desmesurado precio, inaccesible para el común de los mortales.