Aston Martin Atom

27 mayo, 2014
JUAN ROBREDO

A subasta en el Festival de Goodwood

Es un poco el icono de todos los Aston Martin de la postguerra, un prototipo único que perteneció a David Brown y el que le decidió a comprar la marca en 1947 por 20.000 libras de entonces (que eran dinero…). De él nació el primer Aston de la nueva era, el DB1. Y ahora, su actual propietario lo cede a la casa Bomhams para que lo saque en pública subasta, con el objetivo de lograr un millón de euros por él.
La historia del Atom es de lo más rocambolesca; lo diseñó y construyó Claude Hill en 1939 por encargo de su jefe y patrón en Aston Martin, Gordon Sutherland, como ejemplo de automóvil “art deco” de vanguardia, una berlina deportiva de 4 plazas con superficies muy curvadas y aerodinámicas (salvo el habitáculo) y de diseño muy avanzado. Pero la gran originalidad fue la de contar con una carrocería de aluminio sobre un bastidor tubular de acero, como los prototipos de carreras y los aviones más modernos de la época.

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Como se hizo artesanalmente, no se terminó hasta final de año, con la guerra ya iniciada, y no se matriculó hasta el verano del 40, en plena batalla de Inglaterra. Se pudo ver en el stand de Aston Martin en el Earls Court Motor Show, pero aquél no era el mejor momento para fabricar coches, y todo el aluminio disponible del momento se destinaba a los Spitfires y Hurricanes de la RAF. Por eso se quedó en modelo único, uno de los tan sólo 750 turismos que se matricularon nuevos en la Inglaterra de 1940…

Lo que no quita para que su construcción fuera todo un alarde de ingeniería. No llevaba parrilla, sino una serie de ranuras en forma de triángulo practicadas en el frontal. La suspensión delantera era totalmente independiente, y la trasera rígida llevaba ballestas semielípticas con amortiguadores hidráulicos a las 4 ruedas, montaba frenos hidráulicos Lockheed con tambores de 12” en ruedas de radios de 17” con neumáticos 5,50 x 17. Y su peso total no llegaba a la tonelada y cuarto (1.200 kg) para unas dimensiones no excesivas pero tampoco tan pequeñas (4,25 m de largo por 1,6 de ancho, sobre una batalla de 2,59 m). En el interior destacaba su tablero con relojes tipo avión, asientos reclinables tipo hamaca, volante de 4 brazos (con una dirección muy directa: 2,25 vueltas de tope a tope) y hasta limpiaparabrisas (dos de techo).

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El motor inicialmente escogido era un 4 cilindros de dos litros de cubicaje (1.950 cc) con distribución por árbol de levas en cabeza y dos carburadores Zenith. Se supone que daba 65 BHP pero nunca se probó en banco. Más tarde, cuando la guerra se aproximaba a su fin, en 1944, Gordon Sutherland, propietario de Aston Martin, lo sustituyó por otro dos litros más moderno, con 1.970 cc y cotas más cuadradas de cilindros (82,55 x 92 mm, en vez de 78 x 102 mm) con válvulas enfrentadas (las de admisión sobre los cilindros y las de escape inclinadas hacia el colector). Mantuvo los dos carburadores, pero esta vez SU y mayores (pulgada y media), y siguió montando culata de fundición y cigüeñal de tres apoyos. Con sus 84 CV, este motor (que es el que todavía conserva) anunciaba hasta 160 km/h (145 el anterior). Pero si el motor ya era de por sí bastante avanzado, más aún lo era el cambio, con una caja semiautomática Cotal de 4 relaciones, con embrague electromagnético. Y esto mucho antes de los embragues Ferlec de Renault, y de los electromagnéticos de los Citroën DS…

Tras acabar la guerra, Aston Martin tenía como tantas otras empresas británicas exhaustas tras el esfuerzo bélico, serios problemas de financiación. Sutherland, que se la había comprado a sus fundadores Lionel Martin y Robert Bamford (que la crearon en 1913) a principios de los años 30, tras la crisis de la gran depresión, necesitaba capital y puso en 1946 un anuncio en “The Times” para venderla o encontrar un socio capitalista. El millonario y hombre de negocios de Yorkshire, David Brown, que poseía su propia empresa de ingeniería (la David Brown Corp.) se interesó por ella, y Sutherland concertó una cita con él, a la que fue conduciendo el Atom hasta la sede de la firma de Brown en Meltham. Tanto le gustó el coche a Brown que se lo compró allí mismo, y decidió además comprar Aston Martin, la marca que controló de forma mayoritaria los siguientes 25 años. Y sobre el bastidor del Atom se desarrollarían los siguientes Aston Martin DB1 y DB Mk III, con las iniciales DB en honor de su nuevo dueño.

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En los años 50 y 60 el Atom durmió olvidado en algún garaje de la marca, con David Brown entregado a sus nuevos deportivos de 6 cilindros (los DB 4 y DB 5). Luego fue exportado a Francia donde se expuso en los museos del automóvil de Le Mans y Chatellerault (Vienne) hasta que en 1985 lo descubrió el coleccionista Tom Rollason, y se lo compró y lo trajo de nuevo al Reino Unido, donde lo restauró cuidadosamente durante toda una década con la ayuda del jubilado Sutherland (que falleció en 2006, a la avanzada edad de 96 años). Y desde 1995, el Aston Martin Atom ha venido coleccionando premios como joya de colección que es, en los concursos de elegancia de Silverstone, Beaulieu, Goodwood, Pebble Beach, Villa d’Este, etc. Posee el título del más antiguo “concept car” superviviente del mundo (antes hubo otro de GM, el Buick Y-Job, que desapareció) y un sinfín de galardones y medallas. Tras su exposición, hace 7 años, durante la presentación en Gaydon del primer “concept” del Aston Martin Rapide, se empezó a hablar de su posible subasta, con Rollason ya desaparecido, pero al final ha habido que esperar a 2014 para ello… si es que la puja llega al nivel que esperan sus herederos.

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