El legendario promotor de la escudería de F1 y “padre” de la actual McLaren vuelve a dirigir el equipo esta temporada. A sus 67 años, Dennis vuelve envuelto en la polémica. Se le achaca el fracaso del MP4-28, la pérdida de pilotos como Lewis Hamilton (a quien él apadrinó en su día en perjuicio de Fernando Alonso) y la mala marcha comercial de la marca, que pese a haber vendido 3.000 unidades de su modelo de calle el MP4-12C (y hasta 40 del P-1, a un millón de euros la pieza) no logra consolidar su rentabilidad. Con fama de autoritario y ególatra, Ron Dennis vuelve para intentar recuperar el prestigio perdido de una escudería que tras ganar por última vez el campeonato de Fórmula 1 en 2008 (y por chiripa) a los diez de haber ganado el anterior, se hundió en 2013 (5º puesto por constructores, tras Red Bull, Ferrari, Mercedes y Lotus). Sus malas relaciones con Mercedes le han llevado a que este año sea el último de un McLaren con motor germano (el MP4-29; el próximo MP4-30 llevará motor Honda), aparte de perder su sustanciosa colaboración industrial (la que permitió el SLR McLaren). Pese a todo, Dennis vuelve pletórico como “big boss” y dispuesto a salvar los muebles de una escudería y una empresa en la que sus socios kuwaitíes ya no confían como antes.
