Cuernos de fuego y oro
Con un nuevo cambio automatizado de 7 relaciones (de embrague bidisco en seco), chasis en fibra de carbono y su glamuroso V12 de 6,5 litros llevado ahora a los 700 CV, el nuevo Aventador expuesto como máxima primicia en Ginebra vuelve a poner a la marca del toro bravo al mismo nivel -¿ó por encima?- de su eterna rival de Módena.
Esta vez había que poner el listón muy alto, y “Lambo” no ha escatimado medios: el 12 cilindros en V de 6.498 cc sube ahora su potencia a 700 CV a 8.250 rpm, mientras que el par máximo alcanza los 70,4 mkg a 5.500 rpm. A base de recurrir a la fibra de carbono, el peso total en vacío se queda en 1.575 kg, una cifra muy contenida que arroja una relación de 2,25 kg por CV. Con transmisión total a las 4 ruedas, diferencial autoblocante trasero y un reparto de pesos 43/57 que recarga claramente el eje posterior, este Aventador arroja unas prestaciones únicas: 350 km/h de velocidad punta y 2,9 segundos de 0 a 100 km/h (lo que significa llegar a los 200 km/h antes de los 10 segundos y cubrir el km desde parado en menos de 20), cronos propios casi de un Fórmula 1.
Su aspecto es inconfundiblemente “Lambo”, con un frontal muy penetrante de marcadas aristas y dobles tomas de aire en cada extremo. En el lateral se aprecian las dos grandes tomas de aire del motor tras las puertas, una joya de la ingeniería que con sus cotas de cilindros (95 x 76,4 mm) se permite el lujo de rebajar la velocidad lineal de los pistones al régimen de máxima potencia a 21 metros por segundo, una cifra inferior a la de muchos deportivos medios.
Obra maestra de ingeniería, este motor es un desarrollo totalmente nuevo. Con 11,8 a 1 de compresión, todo es grande en este impresionante V12 (con la V de sus 12 cilindros a 60º, y una posición rebajada en 6 cm frente al del Murciélago, lo que beneficia su estabilidad gracias a la reducción de altura de su centro de gravedad).
Desde su cilindrada a sus fluidos (13 litros de aceite para su engrase, por cárter seco naturalmente, 25 para el circuito de refrigeración, 90 de capacidad en el depósito de gasolina…) pasando también por su consumo (el promedio combinado es de 17,2 lts/100 km, con un mínimo interurbano de 11,3 y un máximo urbano de… ¡27,3 lts/100 km!). Pero ¿a quién que pueda pagarse un Lamborghini como éste le importa su consumo? Y lo mismo vale para sus políticamente incorrectos 398 grs/km de emisión de CO2…
Para parar tal monstruo los frenos tienen que ser acordes a su potencia. Así, los discos ventilados de nada menos que 40 cm de diámetro delante y 38 detrás son carbocerámicos, y sus pinzas tienen 6 pistones por cada una delante y 4 detrás. Y lo mismo sucede con sus ruedas, con neumáticos ZR Pirelli P Zero específicamente fabricados para él con llantas de 19” de diámetro delante y 20” detrás, sobre gargantas de 9 y 12 pulgadas respectivamente, calzando una medida de 255/35 en el eje anterior y 335/30 en el posterior, más goma de la que suelen calzar los Ferrari equivalente con tracción sólo trasera.
Y como tal potencia debe ser convenientemente domada, esta vez Lamborghini no ha escatimado en las ayudas electrónicas, con un ESP diseñado en función del coche y de sus tres niveles de aplicación, unidos al programa de rapidez del cambio ISR (Independent Shifting Rods). Este ESP actúa tanto como control de estabilidad como sobre todo de tracción, interviniendo sobre el diferencial autoblocante trasero y sobre el electrónico delantero de deslizamiento limitado. Así, se puede elegir entre el nivel normal (Strada), el deportivo (Sport) y el de competición (Corsa) siempre en modo manual. Y quienes busquen que el coche lo haga todo, tienen dos programas automáticos, uno en modo normal (Strada-Auto) y otro deportivo (Sport-Auto).
Este cambio es totalmente nuevo y más rápido que el del Murciélago (e incluso que el del Gallardo, un 140% más) además de más ligero (sólo 70 kg). Y lo mismo sucede con el motor, que en total y pese a sus dimensiones sólo pesa 235 kg. Ello explica que el peso total se haya logrado mantener al filo de las 1,5 Tn, gracias también al chasis más ligero y rígido que jamás ha tenido un Lamborghini. Y eso que no es precisamente pequeño, con 4,78 m de largo para una batalla de 2,70 m, con una espectacular anchura de más de dos metros (2,03, que sube a 2,26 si se incluyen los retrovisores exteriores) y una mínima altura de apenas 1,14 m, que le hacen realmente aparecer como una nave espacial aplastada contra el suelo.
Semejante animal de lidia sobre asfalto (Aventador fue el nombre de un toro “famoso” por su bravura, lidiado en Zaragoza en 1993) es de por sí una especie no ya amenazada, sino en peligro de extinción, debido también a su elevado precio. De todos los Murciélagos fabricados desde 2009 por Lamborghini (apenas 4.100, lo que fabrica Ferrari en todo un año) aún quedan algunos pendientes de entrega, cuyo precio se respeta por supuesto.
Este Aventador sale a la arena del mercado al precio estimado de 255.000 euros antes de impuestos, lo que significa más de 300.000 en la calle, aquí en nuestro país. Y ya hay lista de espera para los primeros ejemplares, que estarán listos para ser entregados a sus afortunadísimos propietarios a finales del próximo verano.