La fiscalía pública de la ciudad alemana de Braunschweig, cercana a la de Wolfsburgo, lugar donde el grupo Volkswagen tiene sus cuarteles (sedes) generales, ha impuesto una multa de 1.000 millones de euros al grupo alemán, que el primer fabricante mundial de vehículos ha aceptado sin rechistar por considerarse culpable del fraude por la manipulación en las emisiones de sus motores diésel que equipan las distintas marcas del grupo (el llamado “dieselgate”).
En cuanto a la multa en sí, la primera que recibe el grupo Volkswagen en Europa, engloba una doble sanción: 5 millones de euros corresponden a lo que podríamos llamar la propia multa y los 995.000 euros restantes estarían considerados como devolución de los beneficios obtenidos por la empresa en la comercialización de los automóviles afectados por el “dieselgate”. Una situación, al fin y al cabo, bien distinta de la sufrida en Estados Unidos, donde lleva desembolsados 26.000 millones, además de haber sido encarcelados algunos directivos de la compañía en dicho país.
No obstante, finalizadas ya las causas administrativas en Alemania y Estados Unidos, una vez pagadas las multas impuestas, existen otras causas abiertas en Europa, además de seguir abiertas otras investigaciones en Alemania y EE.UU. sobre ejecutivos del grupo germano y las marcas Audi (cuyo consejero delegado –Rupert Stadler–, responsable de la marca desde 2007, ha sido detenido preventivamente para evitar la destrucción de pruebas) y Porsche, causas en las que también está implicada la compañía Bosch, suministradora del sistema de inyección manipulado (pero no por ella).
Por el momento, Audi nombró ayer a Abraham Schot de 56 años, responsable de ventas y marketing de la compañía, como sustituto provisional de Rupert Stadler, que ha pedido que se le libere de sus responsabilidades al frente de Audi y también como miembro del consejo de administración del Grupo Volkswagen.
