Un aniversario de leyenda
Se cumplen 65 años desde que Citroën deslumbrase en el Salón de París de 1955 con el Citroën DS 19, el legendario “tiburón” para los españoles, una auténtica revolución en el mundo del automóvil con un coche que se anticipaba varias décadas a su tiempo y que ha sido considerado por todos los críticos especialistas como el automóvil de turismo símbolo del siglo XX, el más moderno y el icono francés sobre ruedas por antonomasia.
Nació como DS 19 y se desdobló como ID y DS 19 un año más tarde, el primero como la versión de acceso (con su celebérrima suspensión hidroneumática, pero sin que su circuito asistiera frenos y dirección, como si lo hacía el DS, y con un motor rebajado de 75 a 63 CV) y fue tal el impacto que produjo en aquel momento como sucesor de los Citroën 15, última evolución del “Once ligero” (un diseño basado en el “traction avant” de los años 30, ya muy anticuado entonces), que sin duda marcó un antes y un después en la historia del automóvil.
Por mucho que se le calificara de “platillo volante sobre ruedas”, el público fue consciente de que asistía al lanzamiento de un modelo histórico. Y aunque no era nada barato (casi un millón de antiguos francos, unas 300.000 de nuestras antiguas pesetas o unos 2.000 euros actuales) los visitantes del salón parisino cerraron nada menos que 12.000 pedidos el mismo día de su presentación mientras que la prensa especializada elogiaba unánimemente su diseño audaz y su comportamiento en carretera. Su éxito fue radical: un millón y medio de unidades vendidas en 20 años y hasta dos años de espera para conseguir uno al principio…
Su diseño, una obra de arte
Su genial diseño fue obra del italiano Flaminio Bertoni (no confundir con el carrocero Giovanni Bertone), y Citroën no se atrevió a retocarlo hasta 1967, en que Robert Opron cambió su frontal por el de los 4 faros carenados (¡y con los interiores direccionales!) lo que le convirtió en el turismo más aerodinámico de su época (Cx de 0,32).
Fue el coche favorito de los actores de cine y de los ministros franceses, pero su fama internacional se consagró tras el atentado que sufrió a bordo de uno el general Charles de Gaulle, presidente de Francia, el 22 de agosto de 1962, cuando la OAS intentó asesinarle a las afueras de la localidad de Petit Clamart, cerca de París. De Gaulle y su esposa Yvonne salieron indemnes tras sufrir el ametrallamiento del coche a la salida de un bosquecillo (les dispararon casi 200 balas, de las que 14 alcanzaron al coche, que no estaba blindado, reventando sus neumáticos). Gracias a la suspensión y estabilidad del DS y a la habilidad del conductor los tres salieron ilesos, pudiendo alejarse de la emboscada rodando con las ruedas destrozadas.

Desde entonces el DS 19 se convirtió en el coche oficial de los mandatarios de la República francesa, en versiones ya especialmente concebidas como coches de representación y convenientemente blindadas, como los DS Prestige y el Lorraine (de casi 6 m de largo con un maletero posterior en voladizo) que popularizaron Pompidou y Giscard, mientras que a nivel del público más exigente surgían los preciosos DS Cabriolet del carrocero Henri Chapron, hoy carísimas piezas de colección.
Al ser un diseño tan escultural y logrado, Citroën no se atrevió a lanzar sus propias versiones coupé y cabrio, limitándose al lanzamiento en 1958 de la versión familiar “break” firmada por Pierre Franchiset, primero como ID y luego también como DS, y a ir mejorando su mecánica, culminando su lujoso interior con la exclusiva versión Pallas.
Mecánica en evolución
A consecuencia del endurecimiento de la política fiscal francesa de la época sobre el automóvil penalizó mucho la cilindrada, y al revés que su antecesor el 15, el DS nunca gozó de una mecánica no ya de 6 cilindros, sino simplemente de un 4 cilindros a su altura. El 1.911 cc con cigüeñal de tres apoyos y 75 CV no era precisamente un motor al nivel de un coche de 4,8 m de largo y 3,12 m de batalla, de más de tonelada y cuarto de peso. Pese a todo, y convenientemente preparado, gracias a su formidable estabilidad y suspensión el DS logró imponerse incluso en competición, ganando el Rallye de Montecarlo en 1959 y 1966.

En 1960 se aumentó su potencia a 83 CV, y en 1961 estrena nuevo interior y salpicadero. En 1965 se lanzan dos nuevos motores (con 90 y 109 CV, éste último como DS21 y 2.175 cc), y en 1968, ya reestilizado su frontal, el DS19 se convierte en DS20 con 1.985 cc y 103 CV, ya con cigüeñal de 5 apoyos, mientras que el DS21 aumenta su potencia hasta los 115 CV. Estos “tiburones” son ya realmente rápidos, sobre todo el DS21 que pronto sustituye la carburación doble por la inyección electrónica, anunciando 125 CV. Al final de su carrera, el DS23 (2.347 cc) acabaría de convertirse en el mejor de la gama, con 115 CV primero en la versión con carburador y 130 CV luego, ya con la inyección electrónica D-Jetronic de Bosch.
Una suspensión revolucionaria
Pero como un coche no es sólo su motor, el DS entró en la leyenda sobre todo por su suspensión hidroneumática, que ya la marca había avanzado antes en el eje posterior del Citroën 15. El ingeniero André Lefèvre realizó su arriesgada apuesta que llevó a anunciar una marcha en carretera de “alfombra mágica”. La suspensión hidroneumática sustituyó los muelles tradicionales por esferas interconectadas (una por cada rueda) rellenas de líquido y presurizadas con nitrógeno, que aseguraban la flexibilidad de la suspensión con una perfecta absorción de los movimientos de las ruedas.

Esta suspensión dio al DS una ventaja considerable sobre sus competidores de la época, combinando un excelente comportamiento en carretera y un confort excepcional. Su tecnología y precisión eran sorprendentemente modernos para la época y lo siguen siendo aún hoy… Su sistema hidráulico integrado compartía circuito con los frenos y la servodirección, así como por los mandos de la caja de cambios, mientras que los frenos de disco que llevaba de serie desde el principio en el eje delantero, se situaban en el interior, a la salida de los palieres, otra gran novedad del DS. contando con una excelente potencia de frenado.
Soluciones vanguardistas
El DS ha sido un coche único capaz de dar origen a una marca única más de medio siglo después. Con la excepción de su tracción delantera, cuando todavía la trasera era la regla, su salpicadero y su cuadro de instrumentos siguen siendo una obra de arte y un referente en ergonomía. Lo mismo que su volante monobrazo, desde el que el conductor accede a todos los mandos del vehículo sin tener que soltarlo en ningún momento.

Su hidráulica de vanguardia lo sigue siendo hoy día: tanto la dirección asistida como los formidables frenos de alta presión y el embrague de accionamiento automático forman parte de un único sistema hidráulico. Además, los faros halógenos direccionales se orientaban mediante cables fijados a la dirección hidráulica. Y la forma de su techo, con los intermitentes traseros incorporados al final de los vierteaguas, los finos montantes del parabrisas y las ventanillas sin marco son rasgos de un diseño único pensado para lograr la máxima luminosidad y sensación de espacio.
Y luego todos los detalles exclusivos de su diseño, desde la toma frontal de aire oculta bajo el paragolpes (que refrigeraba radiador y frenos) al asa del freno de mano al salpicadero, que actuaba sobre las ruedas delanteras, pasando por la fijación monotuerca de las ruedas (en las primeras series) con neumáticos radiales, la caja de cambios hidráulica (accionada por una pequeña palanca en la parte superior de la columna de dirección, que permitía insertar las 4 velocidades y la marcha atrás con movimientos muy cortos, además de poner en marcha el motor). La desaparición del pedal del embrague ofreció un confort de conducción nunca visto, mientras que la hidráulica permitía cambiar de marchas con una gran suavidad… En resumen un compendio de avances de ingeniería y diseño que le han valido figurar en el MOMA neoyorquino como uno de las pocos automóviles oficialmente declarados como obra de arte.

Por eso hoy, a los 65 años de su lanzamiento, el DS (o mejor la “déesse”, porque coche es femenino en francés -la voiture- y se corresponde con el sustantivo “diosa” en la lengua de Molière) sigue siendo uno de los iconos del automóvil francés del siglo XX, sinónimo de glamour, lujo, diseño e innovación. Con su estilo único, elegante, dinámico y refinado, ha sido un automóvil excepcional favorito de políticos, magnates, estrellas de cine…
Su influencia técnica y estética sigue estando vigente hoy cuando la actual DS Automobiles recoge el testigo de este mito de la historia del automóvil con una gama de vehículos que destacan por su espíritu transgresor, su visión radical del lujo y su apuesta por las tecnologías más avanzadas, ofreciendo en nuestros días el diseño radical, el confort, el cuidado por los detalles y la pasión por las tecnologías más innovadores que dieron forma al “tiburón” de 1955. Representante del “savoir-faire” del lujo francés en el automóvil, la actual DS Automobiles traslada el espíritu transgresor de este automóvil a segmentos como los SUV o, con el recién llegado DS 9, a las berlinas de alto standing aportando una estética única y muy personal, un interior realizado con materiales y técnicas selectas y las funciones de ayuda a la conducción y las motorizaciones más avanzadas, como demuestran el DS 3 Crossback E-Tense 100% eléctrico y el DS 7 Crossback E-Tense 4×4, un híbrido enchufable de altas prestaciones.
